Marta Hasnná -Menduiña

Asesora parlamentaria y Analista política

El debate a tres, emitido por la RTVE, ha podido ser el principal acto político en el tramo final de una campaña celebrada en un contexto inédito en nuestra democracia.

Tiene lugar con los coletazos de la tercera ola de calor en nuestro país y, por tanto, no en las mejores condiciones para la participación plena y efectiva que debiera garantizarse en campaña electoral, con media España de vacaciones o, cuando menos, condicionadas por esta convocatoria adelantada como consecuencia de los resultados del 28M. Además, con un embrollo monumental a cuenta de la gestión del voto por correo. Según datos oficiales, el mismo día en el que finalizaba el plazo para depositar el voto por correo, unos 230.000 peticionarios no lo habían hecho y faltaban por recoger unas 170.000 documentaciones en las oficinas postales. Y, otra cifra que dibuja el contexto político es la nada desdeñable de indecisos: 3,5 millones, el doble de los que se contemplaban en los anteriores comicios de 2019.

Los tres candidatos de PSOE, Vox y Sumar acudían a este debate aludiendo que era  una gran oportunidad para dar a conocer sus propuestas programáticas, sus respectivos modelos de país y, a la vez, para recordarnos a los españoles el dilema al que nos enfrentamos si finalmente resulta ganador el adversario, como si fuese la primera vez que, la mayoría de los electores, acudimos a las urnas… sin conocerlos previamente.

Por todos es sabido que dos de los tres candidatos son los primeros espadas de los partidos que conforman el Gobierno de coalición: presidente Sánchez y vicepresidenta segunda del Gobierno de España. Pero durante el debate se invirtieron claramente los papeles siendo Yolanda Díaz quien llevó la iniciativa y Pedro Sánchez tuvo un papel más de segundón, y subordinado de la ministra reclamando su aceptación a lo que decía.. ¿verdad Yolanda?, Sí, Pedro.

Ambos han repetido, y quedó meridianamente claro durante el debate, su deseo de reeditar el Gobierno de coalición. Si no fuera así, pronosticaron un retroceso sin parangón y un futuro tenebroso para nuestro país ….lo cual es una apelación al miedo que poca gente cree a estas alturas pero que exprimen al unísono allá por donde van.

El pacto de no agresión, pues, fue evidente entre Yolanda Díaz y Pedro Sánchez. Pero en honor a la verdad, a poco que se haya seguido el día a día del Gobierno de coalición desde sus inicios, este debate de guante blanco no se ajusta a la realidad ya que hemos presenciado una multitud de desencuentros entre ambas formaciones durante los últimos cuatro años. Han sido muchos, y de calado, los temas que han enfrentado a los socios de Gobierno, que tuvieron que apaciguar para evitar agrandar la brecha que ponía en peligro la estabilidad del gobierno, y que quedaron relegados y olvidados en la agenda pública…

Tan sólo se atrevió Yolanda Díaz a “recriminarle” a Pedro Sánchez que la Ley de Vivienda llega tarde (fue motivo de enormes choques entre ambos), que hay que reformar la Ley de Extranjería y reducir la jornada laboral y que mantiene las líneas rojas en relación con la edad de jubilación. Ahí marcó distancias. No hubo réplica por parte de Pedro Sánchez en ninguna de estas cuestiones.

Yolanda Díaz lideró el bloque de la izquierda durante la mayor parte del tiempo. Y eso hizo que Pedro Sánchez, en algunos momentos, fuese a remolque, rematando lo que previamente decía su vicepresidenta y asintiendo con la cabeza lo que decía la líder de Sumar. Mostró más energía, más firmeza y más convicción que Pedro. Sin embargo, es un gran desacierto, una torpeza y una contradicción, de esas a las que nos tiene acostumbrados la izquierda, que reclamara a Santiago Abascal no reírse de las mujeres el día que se convierte en viral un video en el que se graba planchando una camisa para subirlo a redes. Además de tener cierto sesgo machista. Tampoco me parece acertada, nunca me lo va a parecer, la utilización partidista de la lucha contra la violencia de género, y de las víctimas, como hizo ella. Quizá hubiera sido más creíble su defensa si se hubiera disculpado por la aberración de la ley del “sólo sí es sí” sobre la que ni se pronunció…. Perdió una enorme oportunidad de posicionarse al lado de las víctimas de los más execrables delincuentes.

Abascal, Sanchez y Díaz

Pedro Sánchez, parecía desganado, cansado, desmotivado, con reiterados gestos en su rostro de desaprobación incluso cuando ponía en valor logros de su gestión (algunos supuestos) o detallaba proyectos futuros en caso de volver a gobernar. Sus gestos no iban con los mensajes… Estuvo lento, reiterativo y siguió fiel a su seña de identidad de no decir toda la verdad.

Yolanda también pecó de ello con algunos datos. No empeoró respecto al cara a cara, cosa que no era difícil de lograr, pero no creo que compensara la negativa imagen dada días antes en su enfrentamiento dialéctico con el candidato Feijóo. Viendo lo visto, considero que Pedro Sánchez debe agradecer al candidato Nuñez Feijóo que rechazara la estrambótica oferta de seis cara a cara hasta llegar al 23J. En este sentido, en ambos debates, el candidato socialista ha parecido desempeñar más un rol de candidato de la oposición que de aspirante a revalidar el mandato.

El otro candidato de la terna, Santiago Abascal, presidente de Vox, fue de menos a más. Pudo lanzar sus mensajes, fueron previsibles en todo caso, y sin atisbo de apelar al votante de izquierdas. Mantuvo las formas propias del debate, sin estridencias, y fue elegante (al no querer aludir al candidato del PP por no poder defenderse, cuestión que les recriminó a los dos candidatos del bloque de izquierdas. En diferentes momentos, subrayó de manera intencionada que su programa político difiere del programa del PP, por ejemplo, en materia económica, queriendo diferenciarse también del partido de Núñez Feijóo. Incluso recordó que ha sido el PP quien ha ofrecido pactos al PSOE y no a la formación que él preside. Siendo el objetivo a batir, que salió airoso.

En líneas generales no fue un debate brusco, aburrió en algún momento, sobre todo al inicio. Los tres candidatos sabían que una actitud agresiva podía ahuyentar a los indecisos.

Sumar y Vox compartían el objetivo de hacerse con la tercera plaza, lo cual no es ni mucho menos una cuestión secundaria, y fue ese embate lo más interesante del debate, dibujando en esos instantes a un Pedro Sánchez un poco descolocado y de mero observador. Era conocedor que no era su guerra.

El cuarto en discordia… el moderador. Todas sus intervenciones fueron aprovechadas para reiterar que Feijóo no había acudido, lo cual resultó un poco grotesco. Es más, pareciera que intervenía tan sólo para insistir en ese hecho, un hecho más que sabido, entre otras cosas, porque los candidatos de la izquierda lo nombraron en más de una veintena de ocasiones…

En relación con este tema, la ausencia de Nuñez Feijóo -que no olvidemos que quizá era el menos necesitado de acudir el debate-, siendo rigurosos, ¿podemos afirmar el PP ha ganado o ha perdido el debate sin tan siquiera acudir a él? Cosa distinta es si le puede perjudicar o no. Sinceramente, creo que no.

Probablemente le ha faltado al PP insistir en el motivo para no acudir al debate ya que, ciertamente, tiene toda lógica: los socios de gobierno necesarios para reeditar el bloque del que alarde Pedro Sánchez de liderar son más aparte de Sumar (que aglutina a 15 marcas por sí misma..) y debieran haber estado allí: Bildu o ERC, entre otros. Sorprende, por ello, que el argumento dado por Pedro Sánchez de por qué no acudió el presidente del PP no era otro que no aparecer en una foto con Abascal. Me pareció un argumento sin fuste, viniendo sobre todo de quien ha sostenido su mandato con pactos, encuentros y fotos con Bildu y ERC.

¿Ha sido un debate decisivo? Creo que no o, cuando menos, no del modo que fue el cara a cara, tras el cual las encuestas y los trackings diarios sí reflejaron movimientos de votos.

Lo que sí podemos afirmar tras la celebración es la multitud de temas que no salieron a la palestra. Siendo conscientes del formato y de los tiempos que te obligan a ser más que selectivo en tus mensajes, creo que hubo temas de enorme calado y que incluso muchos espectadores tenían expectativas de saber las posturas de los candidatos presentes. Esto es achacable más a VOX que al tándem de izquierdas, aunque no todos. Por ejemplo, la grave situación del campo, del sector agroindustrial, de nuestros productos, y no sólo por cuestiones climatológicas…No se pueden postergar por más tiempo soluciones a la situación dramática del campo español. Tampoco se habló, o no con la intensidad necesaria, de los niveles récord de la deuda pública española que deja el Gobierno de Pedro Sánchez (a mayo, 1,54 billones de euros), del sistema de pensiones y su viabilidad, de la reforma de la Administración, de las reformas legislativas que eliminan el delito de sedición y reducen malversación o de la exigencia de partidos secesionistas de celebración de referéndum a cambio de volver a dar su apoyo a la coalición de izquierdas.

Sea como fuere, con este debate concluye otra de las liturgias en cualquier periodo electoral que se precie. Sería positivo que se tomara nota para evitar situaciones incompatibles con el desarrollo de campañas electorales a la altura de una democracia consolidada como la nuestra como convocarlas en periodo estival o sin reforzar los medios para garantizar el procedimiento del voto por correo.

El Gobierno que salga de las urnas el próximo 23J tiene un cometido de extraordinaria dificultad. Nuestro país se encuentra en una difícil situación social, política y económica. No creo que la solución esté en quienes la han provocado. De cualquier modo, esperemos que el nuevo Ejecutivo no traicione las expectativas de los españoles, no torpedee consensos, no profundice en la fractura social de la que se ha pretendido sacar rédito electoral y político, no gobierne en contra del sentido común y de la responsabilidad, no colonice instituciones básicas del Estado, no mienta a quienes se debe (a los ciudadanos). Y, sobre todo, no se enroque en la mentira y en el extremismo como ejes vertebradores de su política.

Hemos conocido algo más de la oferta electoral durante esta campaña a través, de los debates electorales. Ahora los ciudadanos tienen la palabra, aunque se les haya sometido a una serie de dificultades impropias e injustificadas para ejercer su derecho al voto. A pesar de eso, la afluencia masiva a las urnas será la mejor prueba del deseo de votar por más que la sensación haya sido de desmovilización. Es en esta ocasión cuando el voto va a poner más a prueba la fortaleza de nuestra democracia.

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