Carlos García-Bañón Sanz-Briz

Experto en Territorios Inteligentes y Gobernanza

A principios de junio la ministra de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, Raquel Sánchez, señaló en Luxemburgo que una de las prioridades de la Presidencia española del Consejo de la Unión Europea será el impulso de un transporte más sostenible, resiliente y digital, siempre situando a las personas y la cohesión social en el centro de las políticas.

Trasladando esta idea a un ámbito local nos encontramos con que el transporte y la movilidad urbana se han convertido en uno de los principales ejes vertebradores del ecosistema de las ciudades. Solo una adecuada movilidad garantiza el adecuado crecimiento y éxito socio-económico de las urbes.

El impulso de múltiples actores públicos y privados en la lucha contra el cambio climático y hacia ciudades más saludables fomenta la necesidad de una movilidad más inteligente, segura y sostenible. Ello implica una creciente aplicación de soluciones que se basan en el uso de energías limpias y recursos compartidos con un elevado nivel de integración de infraestructuras para sus habitantes. Nada de esto se puede lograr sin un abordaje sostenible, participativo e inclusivo en su diseño, y una planificación que permita una mayor eficiencia.

¿Qué es la movilidad urbana?

Según el Banco Mundial: “La movilidad urbana trata sobre mover personas de un lugar a otro dentro o entre áreas urbanas. Los responsables de la formulación de políticas públicas, los planificadores urbanos y de transporte, y los ingenieros dedican enormes cantidades de tiempo y dinero a mejorar la movilidad urbana”.

Indiscutiblemente se trata de un elemento social fundamental ya que es la vía de acceso a la vivienda, el trabajo y los servicios en nuestra vida cotidiana. A medida que las ciudades continúan creciendo, la contaminación y la congestión del tráfico son dos desafíos que inciden directamente en el desarrollo de las soluciones de movilidad y en la calidad de vida del ciudadano.

Las urbes en tiempos de policrisis

Tras una pandemia que hizo reflexionar a políticos y ciudadanos sobre la falta de resiliencia de nuestras ciudades, a la urbe le toca ahora sumergirse en otra crisis. Esta vez la fuente ha sido un conflicto geopolítico que unido a otros factores (cambio climático, inflación, polarización política y social, tensiones militares y geoeconómicas, crisis agrícola y de materias primas, etc.) ha ido permeando estratos sociales y económicos hasta hacerse con el título de policrisis. En consecuencia nos enfrentamos a un periodo prolongado de inestabilidad e inseguridad donde se debe encontrar la manera de funcionar en un escenario de reducción de energía y recursos.

Las reformas deben ser profundas, cambiando el sistema de pensamiento, entendiendo las dinámicas políticas, económicas y sociales a escala europea y mundial,  aumentando la gobernanza multinivel, y dando más poder a los ayuntamientos a la hora de gestionar los núcleos urbanos y sus medios de transporte. Y a medida que se desarrollan las discusiones sobre movilidad, llegamos a un nuevo consenso que señala que las prácticas existentes en este ámbito deben evolucionar y permitir que las urbes estén más disponibles para los peatones en detrimento de los vehículos particulares.

transporte movilidad                                                                                                                                                                                              Figura 1: Pirámide de la movilidad urbana (© IDAE)

Analicemos ahora las últimas tendencias en movilidad urbana:

El peatón retoma su espacio

Peatonalizar y reverdecer las urbes en beneficio del ciudadano son dos ideas que van de la mano en la nueva movilidad de las ciudades que son en definitiva los espacios más afectados por las subidas de las temperaturas y por la contaminación. Por tanto, conceptos como las Zonas de Bajas Emisiones, la peatonalización de los centros urbanos (para lograr espacios saludables y de proximidad), la renaturalización (el reverdecer) de los espacios, la regeneración urbana vecinal (placemaking o urbanismo táctico) o la ciudad de los 15 minutos (barrios de uso mixto residencial, profesional y comercial con adecuados equipamientos públicos) irán progresando en los próximos años.

La micromovilidad gana protagonismo

Esta tendencia liderada por bicicletas y patinetes eléctricos se incrementará debido a una mayor oferta de vehículos, más sistemas de alquiler compartido y un creciente interés de los poderes públicos por regular adecuadamente su uso y mejorar las infraestructuras de la ciudad con ciclovías seguras y estacionamientos adecuados. El informe “Mobility Futures” de Kantar (2021) predice que el tráfico de este tipo de vehículos en las principales ciudades del mundo aumentará un 18 por ciento para el año 2030. Se trata de una solución óptima para el transporte de última milla o etapa final (menos de 6 kilómetros de recorrido).

Los vehículos eléctricos son el futuro

Se trata de reducir la cada vez más inasumible carga de emisiones de CO2 (dióxido de carbono) que las ciudades crean y a las que ahora se enfrentan. Según el  informe Lancet  Countdown (2022) las muertes relacionadas con la exposición a la contaminación atmosférica por material particulado derivadas de los combustibles fósiles fueron de 1,3 millones de personas en el año 2020 (117.000 de ellas en Europa). Asimismo, la Unión Europea ha prohibido recientemente la venta de automóviles de combustión a partir del año 2035 (con la salvedad de los vehículos propulsados por combustibles sintéticos).

Motocicletas, patinetes, bicicletas y automóviles eléctricos e híbridos están allanando el camino hacia el transporte urbano sostenible a nivel global. El informe Kantar detalla que el 51 por ciento de la movilidad en las grandes ciudades del mundo aún se realiza en automóvil. Para el año 2030 se espera que esta cifra sea del 46 por ciento, con cada vez más vehículos compartidos, eléctricos e incluso autónomos.

La movilidad como un servicio más

De creciente popularidad es la Movilidad Como Servicio (MaaS, Mobility as a Service) a la que se suma la Movilidad Bajo Demanda (MoD, Mobility on Demand): el medio de transporte elegido ya no juega un papel relevante pues se impone una movilidad convertida en un servicio que se alquila y se paga según su uso o incluso a tarifa plana.

Un claro ejemplo sería el modelo de negocio de las empresas de automóviles compartidos (car sharing o alquiler flexible de automóviles por horas o días). Según datos del European Shared Mobility Index, hay más de 30.000 vehículos compartidos en territorio europeo. Otra modalidades serían las de compartir trayecto en un automóvil entre particulares, ya sea para viajar o en los trayectos diarios (car pooling o ride sharing), así como el alquiler de automóviles entre particulares (P2P car sharing).

Debido a que el alto gasto en el mantenimiento del automóvil ya no es necesario, y debido a que los vehículos compartidos pueden ir recuperando su inversión y costes las 24 horas del día, los gastos mundiales de movilidad urbana se pueden reducir considerablemente. La pandemia frenó la propagación de ciertas modalidades del servicio de automóvil compartido, pero a medida que el mundo recupera el ritmo esta es una tendencia que continúa acaparando el interés de los fabricantes de vehículos, ciudadanos, proveedores de tecnología y legisladores.

Servicios de transporte combinados: intermodales e interoperables

La combinación de servicios pretende una planificación y ejecución de servicios de transporte público y/o privado eficientemente integrados. La mezcla se define como la fusión del Transporte Sensible a la Demanda (DRT, demand-responsive transport) de carácter eminentemente público y social, con la suma de otros servicios de Movilidad Bajo Demanda y Movilidad Como Servicio ajustados a las necesidades de los viajeros, todo integrado en un solo servicio. Estos programas reducen la cantidad de vehículos en las vías (y por tanto, la contaminación y la congestión) ya que los usuarios utilizan este servicio en lugar de automóviles particulares o taxis.

El sistema “Radiobus” lleva operando en la República Checa desde el año 2011 y forma parte de la red de transporte público nacional. Sirve para incrementar la eficiencia dentro del sistema en momentos de baja demanda. Utiliza rutas y horarios fijos, pero los vehículos solo funcionan cuando los reclama el pasajero (mediante llamada al operador o utilizando una app). En el mismo país, el objetivo del programa “DHD” es transportar trabajadores en áreas rurales escasamente pobladas. Este programa público proporciona reservas y apoyo administrativo pero los minibuses utilizados son operados por empresas privadas locales de transporte (con rutas variables y horarios fijos).

Mass Transport Classes

Asimismo, el servicio de tren “Brightline” en Estados Unidos opera entre Miami, Fort Lauderdale, West Palm Beach y Orlando. Mediante una app los pasajeros pueden reservar un transporte privado (tipo Uber, Lyft o Cabify) o alquilar un vehículo de uso compartido (automóviles, patinetes o bicicletas eléctricas), desde o hacia cualquiera de las estaciones mencionadas.

Vehículos autónomos para un futuro más seguro

Los vehículos autónomos son dispositivos de transporte sin conductor que utilizan sensores, GPS, cámaras de visión, escáneres LiDAR y otras tecnologías para navegar y garantizar la seguridad de todos los participantes en el tráfico urbano (peatones, otros vehículos, infraestructuras, etc.). Este es un campo donde las tecnologías de ubicación, la información cartográfica y las redes de datos deben ser precisas y estar perfectamente integradas.

Según el informe “Global Autonomous Vehicles Market 2022” de Research & Markets su adopción supondría un gran impacto para la vida, los negocios y la sociedad, ya sea para el transporte personal o la entrega de mercancías. Los principales factores que impulsan su uso a nivel mundial son la reducción de los costes y el impacto ambiental del transporte, la liberación del tiempo actualmente dedicado a la conducción, la reducción de los accidentes derivados de errores humanos, y la accesibilidad a una gama más amplia de usuarios.

El fabricante de automóviles Mercedes-Benz ya cuenta desde el año pasado con algunos modelos de automóvil con nivel 3 de autonomía (conducen solos sin la intervención del conductor pero pueden demandar su intervención en momentos concretos). Por ahora sólo se puede utilizar en entornos muy controlados de algunas carreteras alemanas y únicamente en velocidades inferiores a los 60 km/h. Algo similar sucede en los trayectos de los automóviles de las empresas de car sharing Waymo y Cruise que operan en determinados barrios de San Francisco (Estados Unidos). Por otro lado, la nueva Ley de Seguridad Vial española ha introducido la figura el vehículo autónomo con el objetivo de regular su uso y desarrollo en nivel 3. De manera gradual los vehículos autónomos se integrarán en la movilidad urbana de manera segura y sostenible.

Conclusión

Las ciudades avanzan hacia modelos de movilidad cada vez más sostenibles e inteligentes donde una adecuada planificación, la tecnología y el uso de energías limpias ya están desempeñando un papel fundamental. El beneficio y los retos de lograr una movilidad urbana inteligente son mayúsculos en un mundo en el que el entorno urbano cobra cada vez más importancia. Actualmente el 55 % de la población vive en urbes que son responsables del 70 % de la contaminación (principalmente CO2). La ONU estima que en el año 2050 un 70 % de la población mundial vivirá en ciudades. Está en nuestras manos decidir cómo queremos vivir, respirar y movernos en ellas.

Carlos García Bañón es profesor adjunto del Máster en Smart Cities de EADIC