Alberto Sotillos Villalobos

Sociólogo y experto en comunicación

Lo correcto, lo más justo, sería repetir las Elecciones Municipales del 28 de mayo. No es una cuestión de poner en duda el resultado, es entender la oportunidad que se ha hurtado a los votantes.

Si tras los resultados electorales de unas elecciones no hay posibilidad de acuerdo, se repiten. Lo hemos vivido ya en España recientemente. Es un síntoma de la incapacidad de llegar a acuerdos por parte de nuestros representantes y una de las consecuencias de polarizar los discursos, los partidos y los mensajes.

No es agradable, pero está previsto.

Si vamos a unas elecciones y la abstención supera a la participación, hablaríamos sin tapujos de un problema real de legitimidad del resultado. Es cierto que no se exige un mínimo, por lo que sería legal, pero nadie dudaría en señalar a dichas elecciones como poco representativas y el ganador de estas tendría serios problemas para gobernar.

Se entendería por todos que hay un problema en el sistema de representación y se procedería, en el mejor de los casos, a tratar de solucionarlo.

¿Qué ha pasado entonces el 28M para que “no valgan” esas elecciones?

Debemos enfrentarnos a un nuevo reto como democracia ya consolidada. Todavía lejos de tener problemas de participaciones por debajo del 50% y habiendo asumido que se pueden repetir elecciones si es necesario, la tarea ahora es la de concienciar de la importancia de cada tipo de elección.

En primer lugar, los propios candidatos deberían de ser especialmente responsables para dar a cada elección el marco y ámbito que merecen. ¿Es decente políticamente que se haga votar a los vecinos de, por ejemplo, Cubas de la Sagra pensando en si se debe pactar con Bildu o no en unas elecciones municipales?

¿Realmente afecta al municipio los debates nacionales sobre candidatos a la Presidencia del Gobierno? No, al menos no tanto como las propuestas y políticas de los candidatos a la alcaldía del municipio.

Pero en buena medida, basta con atender a los principales titulares durante la campaña electoral previa al 28M, se ha forzado a los ciudadanos a votar unas Generales en unas Municipales. En lugares como Madrid, esta inercia es incluso mayor que en el resto de España.

Ese engaño electoral creado por los partidos debería tener un castigo social y político. Los medios deberían ser pieza clave, árbitros, de la importancia de cada elección. Si los partidos quieren alterar el objetivo de unas elecciones, los medios deberían denunciarlo y evitarlo.

No se puede permitir que se usen unas elecciones como campaña de las siguientes porque significa quitar a la ciudadanía el derecho a elegir a los representantes locales que necesita o valora.

Desgraciadamente ha ocurrido lo contrario. Desde el minuto uno de la precampaña se estableció por unos y por otros que estábamos ante un “referéndum” contra Sánchez.

Así, mediáticamente y políticamente paso a ser irrelevante el candidato a alcalde o la candidata a la comunidad autónoma si no tenía la necesaria repercusión o impacto contra o a favor del presidente.

Esta situación niega la validez de origen de las elecciones y hasta ahora no hay forma de controlarlo. Podríamos decir que es responsabilidad de los ciudadanos, que los partidos juegan con las armas que tienen y que todos somos parte de esta “perturbación”, pero veamos un ejemplo similar para ver la gravedad de lo que estamos viendo.

Vamos a llevarlo al extremo, para que sea sencillo; Supongamos una votación en una comunidad de vecinos. Se convoca por la necesidad de poner una derrama para arreglar un ascensor pero dos vecinos deciden alterar el sentido de toda la votación alegando que votar a Juan, el del primero B que quiere arreglar el ascensor, es votar a ETA porque tuvo un primo que estuvo en Batasuna.

El resto de vecinos, por no querer dar un respaldo a “alguien” de ETA votan en contra. No sale la derrama, al mes se queda parado al ascensor con varios vecinos dentro durante horas.

¿Tienen derecho esos dos vecinos a meter el factor ETA en una votación sobre una derrama de un ascensor? Probablemente sí, pero sin lugar a dudas entenderemos que es necesario un árbitro, una sala de VAR, que detenga esos intentos por no ceñirse a la cuestión sometida a votación.

Decir que el resultado de esa votación en la comunidad de vecinos fue rechazar la derrama sería engañarse, como fueron engañados los vecinos.

Un caso de libro

Podría haber alguna duda, podrían algunos analistas decir que los mensajes nacionales han influido, pero que no son determinantes. Seguro que en parte tienen razón. La propuesta que aquí se esboza es una alerta, una necesidad de que haya un control de la importancia del motivo y consecuencias de cada elección.

Pero no es una propuesta colgada de unas pocas pinceladas. Además del análisis de portadas, titulares y mensajes de campaña que de manera sencilla y rápida se puede hacer para poner de manifiesto la “agenda” que se puso sobre la mesa, podemos también ir al fondo y analizar los resultados ciertos de fuerzas puramente municipalistas.

Hay más factores que explican sus pobres resultados, pero no podemos obviar el común denominador entre ellos. Todos han perdido votos o han tenido resultados muy insuficientes. Desde Madrid con Más Madrid o más específicamente Recupera Madrid (una propuesta municipalista 100% de profesionales independientes de partidos),a Cádiz con la propuesta de Ismael Beiro, volviendo a Vecinos X Torrelodones y así con todos y cada uno de los partidos municipalistas que se han presentado.

Retroceso general y generalizado de las candidaturas municipalistas en unas elecciones municipales ganadas por partidos nacionales con discurso nacional.

La misma noche electoral, con los resultados “calientes” todos los análisis coincidían en que se había votado en clave nacional. Se repetía sin reparo, sin caer en la barbaridad democrática que en realidad eso significa.

Pero no quedaba ahí la cosa. A las pocas horas, Pedro Sánchez convocaba Elecciones Generales anticipadas para el 23 de julio. Una segunda vuelta, a todo o nada.

¿Hubieran votado los ciudadanos lo mismo sabiendo que habría Generales en dos meses en vez de esperar a diciembre? Seguramente no. Como resulta evidente que no habría elecciones en julio si no hubieran votado lo que votaron.

Un caso de libro para ilustrar esta necesidad de mejorar nuestras citas electorales y permitir a los ciudadanos votar aquello que está en juego y no otras cosas.

Con la convocatoria de Elecciones Anticipadas, Pedro Sánchez tendría que haber anunciado la repetición de las Municipales. Unas Municipales donde se pueda votar al alcalde o alcaldesa y no una moción de censura trastocada a un presidente del Gobierno.

Pensemos cómo controlar estas desviaciones interesadas por parte de los partidos políticos. Sabemos que como ciudadanos somos responsables, sabemos que los medios deben hacer una labor activa de arbitraje y resulta evidente que la Junta Electoral Central necesita una gran modernización y capacidad real de acción para que, si se vota arreglar un ascensor, acabemos votando sobre el ascensor.

Al fin y al cabo, sería mejorar nuestra calidad democrática. Necesitamos toda la que sea posible tener en estos tiempos de extremos y -todavía- sociedades líquidas.

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