Magazine CompoLider N15 CUMBRE OTAN MADRID: EXITO

Por Rafael Pasquel

Analista político y politólogo  

El pasado 5 de junio se celebraron elecciones en México. Estuvieron en disputa 6 gubernaturas, de las cuales, 4 las ganó la coalición del oficialismo, Tamaulipas, Hidalgo, Quintana Roo y Oaxaca; las dos restantes, Aguascalientes y Durango, se quedaron en el grupo opositor. Los resultados no sorprendieron a nadie. En la mayoría de los Estados, un año antes de la jornada electoral, ya había una marcada tendencia hacia el partido que representa la cuarta transformación.

Y pareciera que los resultados les favorecieron por su forma de gobernar, pero esto no es así. Tanto el presidente Andrés Manuel López Obrador, los miembros de su gabinete, gobiernos afines y partidos integrantes de la coalición, jugaron sucio para consolidarse en el poder. Utilizaron todas las estrategias a su alcance, incluso violentando las leyes, por tal de consolidar un movimiento que solamente ellos consideran transformador.

Exigieron el voto a las clases más humildes, condicionando el acceso a los programas sociales. Si Morena no era favorecido en las urnas, se acabarían todos los programas para los más desprotegidos. Los operadores electorales fueron sorprendidos con dinero, credenciales para votar y listas nominales. No hubo ningún tipo de sanción.

Los miembros del gabinete se dedicaron a organizar mítines los fines de semana; muchos de ellos fueron grabados repartiendo dinero y coaccionando el voto, pero tampoco fueron separados de sus cargos. Y lo peor de todo, es que esta coalición se alió con el crimen organizado. A través de la intimidación y el miedo, también inclinaron la balanza en las urnas.

Pero eso no es todo, Morena (Movimiento de Regeneración Nacional), que dice ser más un movimiento que un partido político, el Partido del Trabajo (PT), que no legisla ni promueve acciones en favor de los obreros y trabajadores; así como el Partido Verde (PV), que siempre se ha caracterizado por estar al servicio del mejor postor y no por la ecología, se comportaron como el que fuera el partido hegemónico por muchos años en México, el Partido Revolucionario Institucional (PRI).

Esto es muy sencillo de explicar. Andrés Manuel López Obrador, los principales miembros de su gabinete, sus operadores políticos, cuadros partidistas, candidatos y estructuras, emergen de las filas del PRI. Visto de otra manera, se aceitó nuevamente la maquinaria, con un cambio de siglas, pero con las mismas formas y mañas de antaño para saquear al Estado.

Además, en las pasadas elecciones, fue determinante la constante intervención del presidente. Él se dedicó a hacer campaña en sus conferencias matutinas, lo cual está prohibido por ley.

También, hizo énfasis en desacreditar a los órganos electorales. Había que ejercer una presión mediática para blindar el movimiento y ser favorecidos en las urnas.

En contraste, la coalición opositora se presentó inerte en este proceso electoral. Tanto el Partido Acción Nacional (PAN), el Partido Revolucionario Institucional (PRI), y el Partido de la Revolución Democrática (PRD), no supieron encontrar la manera de persuadir al electorado. Les hace mucha falta acercarse, escuchar sus necesidades prioritarias y entenderlas.

Deben comprender que la alianza les resta votos. Históricamente son adversarios ideológicos. Su coalición es amorfa y carente de identidad. Y al ser partidos tradicionales, la ciudadanía los tiene plenamente identificados. Con sus candidaturas laceran a sus militantes y cuadros; esto terminó por cobrarles una factura adicional en las urnas.

Adicionalmente, necesitan descubrir que la verdadera amenaza para la democracia se llama Andrés Manuel López Obrador. No le gusta y le incomoda. Disfruta el poder e imponer su voluntad. Ahí es donde se encuentra la oportunidad de generar contrapesos y recuperar sufragios.

Esto lo entendió Movimiento Ciudadano (MC). Este partido no participó en alianzas electorales durante este proceso, lo que le permitió tener una oferta política clara y posicionarse entre el electorado. Saben que la debilidad de la oposición es lo que ha fortalecido a López Obrador. Están trabajando a futuro y en la construcción de un candidato emergente que representará por segunda ocasión, la esperanza de millones de mexicanos.

Este proceso democrático también dejó frutos para las mujeres. Su lucha, más allá de ideologías, se ha reflejado en las urnas. Con el respaldo de las leyes e instituciones electorales, por primera vez en la historia, ellas tendrán la posibilidad de gobernar 9 Estados del país. Esto representa casi una tercera parte del territorio nacional.

Con estas victorias electorales y gobernando por primera vez al 58% de la población, el verdadero reto para Morena apenas comienza. Primero, deben ganar las gubernaturas de Coahuila y el Estado de México. Posteriormente, ganar las elecciones del 2024. Las y los aspirantes que sienten tener los merecimientos necesarios para heredar la banda presidencial, deben someterse ante López Obrador para resultar ungidos. El camino ya comenzó a prepararse para una elección de Estado que permita seguir destruyendo las instituciones y perpetuar el poder al menos hasta el 2030.

Finalmente, lo único claro es que rumbo al 2024, los grandes perdedores seguiremos siendo los mexicanos. Saludos, hasta la madre patria.

Puedes acceder a la versión en la #MagazineCompoLider digital