Magazine CompoLider N15 CUMBRE OTAN MADRID: EXITO

Por Orlando Gonçalves

Consultor político y estratega de campañas 

Colombia realizó la primera vuelta electoral el pasado 29 de mayo; la quinta elección desde que se firmó la Paz. Esta vez hubo varias sorpresas. La primera, subió el nivel de participación del 53.4% al 54,91%, una clara señal de que la Paz, con todos sus tropiezos, está haciendo su labor, devolviéndole tranquilidad al ciudadano en los territorios del país.

Otra de las grandes sorpresas fue la decisión de casi seis millones de colombianos eligiendo a Rodolfo Hernández a la segunda vuelta, para competir con Gustavo Petro, quien obtuvo algo más de 8,5 millones de votos.

Con la elección de estos dos personajes los colombianos patearon el tablero, dijeron no más de los mismos de todo aquello que representa al establecimiento, pues el 72% votó por un cambio drástico, inédito, e incierto.

Al pasar a segunda Hernández, la bandera del cambio, que hasta ese momento la alzaba Gustavo Petro, se rasga con lo cual, esa bandera pierde valor como diferenciador e identificador para los candidatos en disputa.

Gustavo Petro desde el año pasado venia liderando las encuestas, y su crecimiento si bien era lento, también era sólido, pero, ante el nuevo escenario planteado para segunda vuelta, con más de 20 años en política presentándose como el antisistema, el cambio, confrontando a gran parte de las fuerzas políticas, que la estrategia de campaña para segunda vuelta sufre algunos pequeños cambios.

En lo estratégico, era lógico aumentar el contraste, es decir que los ciudadanos tuvieran la posibilidad de conocer un poco más a su rival Rodolfo Hernández, pues este presentaba muchas debilidades y en la medida que las mismas salieran a flote, y ya que una parte de los votos que Hernández pudiera obtener, serían votos contra Petro, pero al conocer más a fondo a Hernández, quizás se abstendría.

Otro cambio que realizó la campaña de Petro fue bajar el perfil de algunos personajes que no tenían la mejor imagen pública, pero que eran excelentes operadores políticos, así que, salieron de los medios, de las redes sociales y se fueron a operar en territorios donde podrían obtener mayor rentabilidad electoral. Adicionalmente, la candidata a vicepresidente Francia Márquez, también salió de los medios y se concentró en las zonas del país donde había alta concentración de afrocolombianos para levantar aún más votos de los obtenidos en primera vuelta.

Por su parte Gustavo Petro, concentró sus recorridos durante las tres semanas de campaña en zonas estratégicas que le podían reportar un aumento de la votación y paralelamente aumentó sustancialmente su presencia en redes.

Por otra parte, Rodolfo Hernández logra llegar con una campaña que sintonizó con el malestar, la rabia, la frustración de una parte importante de los colombianos, y que, a través de mensajes, en ocasiones groseros, estigmatizantes, descalificadores contra la clase política, señalándolos de ladrones, vagabundos, corruptos, drogadictos, prostitutas; sumado a propuestas simples, que suenan bonito, y que estimulan el deseo de venganza de muchos electores contra la clase política, -cerrar y vender edificaciones de las embajadas, quitarles los vehículos, teléfonos y asistentes a los parlamentarios, eliminar el café en las oficinas públicas, etc.- Hernández logra conectar con esa masa furiosa que ya no tiene esperanzas de un futuro mejor, pero que desea ver a esa clase política que, como dice mi amigo Raniero Cassoni, “lo mismo de siempre y a los mismos de siempre” desplazada y castigada por el héroe salvador del pueblo, el único que siente y piensa como ellos.

En el fondo, la campaña de Hernández no es una gran novedad, solo basta recordar a Trump, a Bolsonaro, al partido Vox en España, a Chega en Portugal, quienes hicieron lo mismo, usaron la indignación de la gente para sacar rédito político, sin importarles si esa táctica a la larga generaba desgaste a las democracias, fracturaba a las sociedades hiperpolarizándolas y peor aún, en muchos casos llevando a estas sociedades a nuevos niveles de frustración.

Adicionalmente su equipo de campaña hizo un buen manejo de las redes sociales, amplificando su mensaje; llegando hasta autodenominarse “el rey de TikTok”. Algunos analistas consideran que el éxito de Hernández se basó en el manejo que hizo de las redes sociales, sin embargo, difiero de esa apreciación.

En lo personal considero que su éxito estuvo en el mensaje, puesto que, como ya lo mencioné, logró interpretar el sentimiento de una parte importante del electorado. Recordemos que el país vivió un estallido social en el 2019 y otro en el 2021; oportunidad donde la población expresó su inconformidad y frustración. Sin embargo, los dirigentes tradicionales no entendieron el mensaje, no se pusieron en los zapatos del ciudadano, quienes la estaban pasando muy mal con la pandemia del Covid, sin recibir apoyo ni alivio alguno.

Así que, Rodolfo Hernández con ese mensaje estigmatizante, hiperpolarizador, se convirtió en el vengador de los ciudadanos que no lo estaban pasando bien, culpando a la clase política tradicional, la del status quo.

Es así como el colombiano reclamó un cambio, espacio en el que Gustavo Petro encarnó la diferencia, el cambio de esa tradicional clase política; mientras que Hernández, era el verdugo, el que iba a castigar al status quo para defender a los ciudadanos.

Sin embargo, Hernández comete varios errores graves en el desarrollo de la campaña para la segunda vuelta. El primero, abandonar el territorio, y dedicarse exclusivamente a realizar lives en las redes sociales y ocurrencias en TikTok, cuando en política no hay espacios vacíos. En campaña quien deja un espacio libre, su adversario lo aprovechará. Quien descuida un flanco, le será arrebatado por su competidor.

De las cosas sorprendente de Colombia es que un ciudadano demandó ante un tribunal a ambos candidatos y le solicitó que les ordenara a los dos candidatos realizar un debate a través de la televisión pública. Por supuesto, esto le convenia a Petro, pues era una oportunidad de exponer las debilidades de su oponente, pero Hernández estaba consciente de que eso podría pasar y sencillamente hizo todo lo posible para que ese debate no se realizara, como efectivamente, no se realizó. Nuevamente, Hernández, seguía atrincherado en su zona de confort, sin salir al contacto directo con los electores. Adicionalmente, se dedicó a atacar a su competencia, lo que era algo así como llover sobre mojada, pues de Gustavo Petro se ha dicho todo en los últimos doce años, por lo cual atacar al adversario, cuando de este ya se había dicho de todo, no tenía ningún sentido, peor aún, al enfocarse en los ataques, dejo de lado hablar de cómo iba a solucionar los problemas del ciudadano que, en el fondo, es lo que realmente importa.

Es cierto, -las redes sociales le ayudaron- pero, estas, al igual que otros canales de comunicación no son suficientes, si el mensaje no es el correcto, no conecta emocionalmente con los ciudadanos, y estos no se sienten identificados, y, sobre todo, representados en el mensaje, y entonces no hay click. Por ello, considero que el éxito de Hernández -relativo, pues no ganó la elección-, no fueron las redes, fue su mensaje.

En todo caso hay algunas enseñanzas que nos deja esta campaña y que valdría:

  1. Las elecciones se tratan de los electores, no de los candidatos, por lo tanto, la estéril pelea entre candidatos no tiene sentido.
  2. Los candidatos deben, por lo tanto, centrar toda su comunicación en los sentimientos, anhelos de los electores, identificarse auténticamente con esos sentimientos y ofrecer respuestas a los mismos.
  3. La disciplina del mensaje se vuelve cada vez más importante. Esto no solo significa repetir y repetir el mensaje, significa estar en sintonía permanente a través del mensaje, con los sentimientos de los ciudadanos.
  4. Las redes sociales cada día cobran más relevancia en las campañas, pero redes con estrategia, con planificación y, sobre todo, con improvisaciones planificadas.
  5. Las maquinarias van perdiendo eficiencia pues se han vuelto estructuras rígidas, simplemente electoreras y activadas al momento de la elección. Para hacerlas competentes, además de prepáralas con antelación, hay que motivarlas, involucrarlas en las causas, que se vuelvan un contingente estimulado, pero, sobre todo, convencidos de la causa que llevan adelante.
  6. Los ciudadanos cada vez están más decepcionados del sistema democrático y de los dirigentes políticos. Seguir haciendo lo mismo de siempre, con los mismos será más costoso y generará menos resultados. Para renovarse deben integrar sangre nueva a los procesos democráticos y, sobre todo, tener la capacidad de dialogar de manera franca y honesta con los ciudadanos.
  7. Quizás la lección más importante es que, la estrategia del contraste funcionó muy bien. Cuando un candidato tiene tantas debilidades como las tenía Hernández, la campaña contraria más que atacarle debe exhibir esas debilidades para que los propios electores lleguen a la conclusión, de que quizás ese candidato, no es lo que más les conviene.
  8. Recurrir al discurso del odio, de la estigmatización y descalificación constante, puede haber funcionado hoy para obtener beneficios electorales inmediatos, pero, deja a la sociedad fracturada y dividida.
  9. Si en toda elección la estrategia es importante, cuando la elección se puede resolver por una mínima diferencia, tomar las decisiones que haya que tomar, enfocarse en lo absolutamente estratégico, en lo que más rentabilidad te pueda generar, es lo único que se debe hacer.
  10. Si de lo anterior, significa literalmente invisibilizar a algunos personajes que, si bien son buenos operadores políticos, son mal vistos por la sociedad.
  11. El territorio, es decir la campaña de tierra, el contacto directo, no puede estar ausente de una campaña. Pensar que solo con las redes se llega al triunfo, es un error.
  12. Las campañas electorales son empresas que se preparan y construyen con mucha antelación. Requieren estudios, planeación, un candidato a tiempo completo realizando las labores fundamentales, mientras el equipo se encarga de realizar todas las demás tareas y detalles, mucha investigación y estudio, para, literalmente poder tener absoluta claridad de lo que piensa, siente, teme y anhela el elector; para diseñar una estrategia que a través de un plan de acción y de un mensaje poderoso, logren acercar al elector a ese candidato. Es así como en la modernidad las redes sociales, sin duda, ayudan, pero, son solo una herramienta que hace parte de la campaña, y fundamentalmente, debo manifestar que, para este servidor, es claro que, TikTok, no gana elecciones.

 

¿Qué viene ahora?

Es la primera vez en más de 200 años que Colombia tiene un gobierno de izquierda, por lo cual, sin dudas, las reglas del juego político, del ejercicio del poder van a cambiar.

Bueno el presidente electo Gustavo Petro, ya ha logrado establecer alianzas que, por lo menos en el primer año le garantizan una mayoría que le permitirá avanzar en las reformas que desea.

Hay cuatro pilares donde seguramente el presidente electo Petro se enfocará, pues desde la campaña así lo expresó y que, gracias a esa mayoría que ya tiene, seguramente afrontará de manera rápida.

El primer tema es la economía. Plantea que hay que evolucionar de una economía basada en la extracción a una economía productiva. Eso será una tarea titánica úes es un cambio profundo en el modelo económico colombiano.

El segundo eje será lo social. Plantea fortalecer el sistema nacional de salud y revertir la privatización de buena parte del sistema hecha a principios de siglo. Lo mismo ocurre con el sistema de pensiones. Colombia tiene fondos privados y fondo estatal. Siguiendo la recomendación de la Organización Internacional del Trabajo, desea el presidente electo, eliminar los fondos privados y que todo el sistema pensional pase a manos del Estado. En materia de educación plantea democratizarla y lograr una mayor cobertura, para brindar mayores oportunidades a los jóvenes de menores recursos.

El tercer eje es el medio ambiente. Colombia es uno de los países más biodiversos del planeta, tiene una gran cantidad de humedales, y su zona selvática, sus bosques absorben buena parte de la contaminación que generan otros países. Ahora, entre el cultivo de coca, la tala ilegal y la ampliación de las tierras para pastoreo de animales, el medio ambiente está amenazado, razón esta que lo lleva a hacer de este tema un punto casi de honor.

El cuarto eje es el proceso de Paz. Durante la administración del presidente Duque, el proceso de Paz tuvo ciertos reveses y paralizaciones, cosa que el presidente electo dice que hay que corregir de inmediato, pues argumenta que, para que el país pueda crecer, avanzar, sacar a millones de colombianos de la pobreza, combatir la desigualdad y inequidad, solo se puede hacer si se logra reconciliar a todos los colombianos y avanzar en la construcción de la Paz.

El reto es enorme, máxime cuando por es evidente que Colombia está dividida, por lo menos en dos partes, cuando por el presidente electo Petro, solo votó el 29% de los 39 millones de electores habilitados para votar. Es decir, 7 de cada 10 no le votaron, razón por la cual, si realmente quiere hacer transformaciones profundas en el país, seguramente deberá comenzar por construir puentes, con ese 70% que no le votó.

El 7 de agosto de 1819, se libró la Batalla de Boyacá. Allí el movimiento de independencia de El Libertador Simón Bolívar se impuso sobre los españoles y se dio comienzo formal a la transformación de la Gran Colombia en una república.

El 7 de agosto de 2022, el presidente electo Gustavo Petro, se juramentará como presidente constitucional de Colombia para el periodo 2022 – 2026. Ese día comienza el cambio. La apuesta es que sea un cambio positivo, que lleve esperanza a unos ciudadanos que hoy están desilusionados, que permita construir un país más justo, solidario y sobre todo, que genere la mayor cantidad de oportunidades, para que cada ciudadano con su propio esfuerzo, pueda tener y ofrecer una vida digna para él y su familia.

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