Magazine CompoLider N14 Guerra en Ucrania

Por  Ana González Felgueroso

 

Estos últimos meses parece que vemos la palabra energía cada vez que abrimos Twitter, encendemos la televisión o leemos el periódico, – y especialmente, el precio que ha alcanzado está en boca de todos. Se ha discutido hasta la saciedad sobre cuáles son los factores que marcan los precios, las formas de generación, la viabilidad de las diferentes tecnologías disponibles, las repercusiones a futuro… y claramente, podemos afirmar sin temor a equivocarnos, que quien no sabe que estamos en un momento de alta tensión energética, no vive en el mismo mundo que nosotros. Pero, tras todas estas diatribas, seguimos sin tener una solución única, valida y aceptada por todos. (¿Qué difícil es alcanzar un consenso, verdad?)

Adicionalmente, también desde hace unos meses, el nombre TAXONOMIA cae con fuerza en nuestros noticiarios, pero ¿por qué? Pues sencillamente porque la taxonomía es el proyecto de la Comisión Europea encargado de clasificar las actividades que son susceptibles de mitigar el cambio climático, y que determinará la dirección del flujo de inversión en los próximos ejercicios a nivel europeo.

Dentro del marco de la taxonomía, la energía nuclear ha sido ampliamente analizada, escrudiñada y observada al detalle – tanto por los técnicos que conforman el panel de expertos nombrado para emitir el informe pertinente, como por la opinión pública, para que, finalmente, se haya reconocido que la energía nuclear representa una fuente de energía baja en carbono, cuyas emisiones de CO2 a lo largo de su vida útil son comparables a las de las instalaciones renovables. Pero no es oro todo lo que reluce, puesto que mantendrá esta clasificación hasta 2045, siempre y cuando se cumplan requisitos adicionales que tendrán que ser objeto de análisis en otro artículo, puesto que el detalle que precisa se escapa de lo factible en estas líneas.

Lo único que añadiré al respecto es que la taxonomía pretende arrojar una hoja de ruta, un diccionario común, para que todos los países europeos nos rijamos por los mismos criterios, y que aquello que se haya considerado sostenible, lleve detrás el respaldo monetario suficiente para que pueda ser rentable o atractivo invertir en dicha actividad, pero, en ningún caso, supondrá una imposición. Si un país es antinuclear – como puede ser Austria – que la energía nuclear se incluya en la taxonomía no supondrá la obligatoriedad de que en este país se comience a desarrollar esta tecnología, las decisiones de política energética siguen y seguirán siendo competencia de cada país, aunque siempre cumpliendo con los requisitos de emisiones que marca la UE.  Y este hecho deberá ser algo para tener en cuenta a la hora de que nuestros representantes europeos emitan su voto en el Parlamento para determinar si el proyecto queda validado o por el contrario vuelve a la casilla de salida para ser nuevamente analizado.

  Ana González Felgueroso

Vocal de la Junta de Jóvenes Nucleares

Accede aquí para seguir leyendo el artículo en el #MagazineCompoLider