Magazine CompoLider N14 Guerra en Ucrania

Por  Calos Malo de Molina

No sé si en este caso habría que decir el tiro o los tiros. El fundamental e incomprensible es el de Pablo Casado, presidente del PP y de su secretario general, Teodoro García Egea contra Isabel Díaz Ayuso. Ambos llevaban muchos meses atacando a la presidente de la Comunidad de Madrid ante la incomprensión de sus militantes, votantes, población general y de la mayoría de los medios de comunicación. Esta lucha fratricida era absurda e incomprensible, basta revisar la hemeroteca para ver la extrañeza que causaba con el moderado regocijo del PSOE y del resto de la izquierda. La última acusación a Ayuso se puede decir que es de traca, como consecuencia le ha estallado al presidente del PP y a su fiel escudero.

Es verdad que, como dice Casado, él habrá hecho algo mal, pero como insiste, por lo demás no es un mal presidente del partido ni mala persona, aunque lo cierto es que lo ha hecho mal, estuvo a punto de cargarse el partido y, en su caso personal, ha anulado sus posibilidades de ser presidente del gobierno de España, pues si no hubiera sido por su obsesión anti-Ayuso muy probablemente lo hubiese sido. Fue un caso claro de estulticia y de suicidio político. En una entrevista que la periodista y amiga Lucía Méndez le acaba de hacer, la primera en ser publicada a Alberto Nuñez Feijóo, el presidente gallego viene a decir que la supuesta denuncia contra el hermano de Isabel Díaz Ayuso, que en su caso ya trabajaba antes de que la presidenta de la comunidad de Madrid ostentara el cargo, no tenía ni tiene ningún sentido.

No me voy a detener a explicar el asunto porque estoy convencido que, en breve plazo, las denuncias puestas por la izquierda serán archivadas, jurídicamente no creo que exista otra posibilidad, ¡cómo no!

La demanda y la guerra sucia de la actual dirección del PP, ya en retirada, ha hecho un gran daño coyuntural al PP y a Isabel Díaz Ayuso que, previsiblemente, se transformará a corto plazo en una buena cosa para el relanzamiento del Partido Popular como ya pasara con el ataque del PSOE y Ciudadanos en las mociones de censura de Murcia, Madrid y Castilla y León, que hizo retroceder a los protagonistas y encumbró a Isabel Díaz Ayuso.

Por eso pienso que el PSOE y su izquierda fueron esta vez más cautos y apoyaban las acciones contra Ayuso desde la retaguardia, lo que no les impidió que sus medios afines utilizaran artillería pesada y ellos presentaran diversas denuncias ante la fiscalía anticorrupción. A Casado y a parte de su equipo el tiro les salió por la culata, fue fulminante porque les explotó de lleno, fueron eliminados en combate con su propio y último tiro.

Aprecio a Pablo, como creo que ese fue su único gran error, aunque demasiado grande, también pienso y deseo que siga en política y por supuesto dentro del Partido Popular. No entiendo que gente valiosa como Pablo Casado o Albert Rivera abandonen precipitadamente la política cuando todavía pueden hacer mucho por su partido, su ideología y nuestro amado país. Deseo fervientemente ver de nuevo a Albert en el centro derecha, actualmente no hay más opción con futuro que el Partido Popular, y a Casado, después de un par de años de trabajo entre bambalinas, igualmente en puestos de primera fila.

Fue un buen comunicador, al igual que Rajoy, un magnífico orador y mejor en los debates de altura, así como un político centrado. Tal vez se dejó llevar en alguna medida del discurso bronco y divisionista de Pedro Sánchez, aunque en este sentido mantuvo gran parte de su moderación y elegancia dialéctica, sigo pensando que Pablo hubiese sido un buen presidente de gobierno. Ha perdido a corto y medio plazo cualquier posibilidad.

En política, no todo es ser presidente de gobierno o de partido, hay otras importantes funciones. Recuerdo una conversación, hace más de 30 años, con Alberto Ruiz Gallardón en la que yo le animaba a acceder a nuevos cargos políticos en el Partido Popular y en otras estructuras del poder político español. Él me comentaba que había sido secretario general del PP en los años 1986 y 1987, que, acertadamente decía, era el número dos del partido y que no podía aceptar otras posiciones de nivel inferior, según su criterio. Le manifesté mi desacuerdo, lo discutimos arduamente, al final logré que lo pensara y me dijo que en los siguientes días iba a ver a Manuel Fraga a Galicia y le pediría su opinión.

Fraga le debió aconsejar algo parecido a mis comentarios porque aceptó otros cargos que, según él eran de inferior nivel al de secretario general del partido. En los siguientes años tuvo su mayor desarrollo político, pues fue senador, diputado de la Asamblea de Madrid, concejal del ayuntamiento de Madrid, presidente de la Comunidad de Madrid, alcalde de Madrid y ministro de Justicia.

La bala por la culata también le salió al PSOE con un impacto de menor daño que todavía está por ver su resultado. De ésta, Ayuso es más que posible que consolide su segunda victoria frente al acoso de Sánchez y la izquierda, puede que avance de nuevo en las próximas elecciones autonómicas de mayo del 2023 y en un futuro, no muy lejano, podrá ser candidata a la presidencia del gobierno y probablemente presidenta. Pero ahora no toca y el previsible candidato a la presidencia del Partido Popular y del gobierno por el centro derecha será Núñez Feijoo. Él era el mejor posible hace casi cuatro años y lo sigue siendo ahora.

Esta es la parte amarga del tiro por la culata para el PSOE y la izquierda porque, por colaborar en el acoso a Isabel Díaz Ayuso, han recolocado de oponente al mejor de los posibles. Siguiendo los ejemplos que utiliza el presidente gallego en su última entrevista, Sánchez se tendrá que enfrentar, siendo un equipo mediocre, con el Real Madrid o el PSG, cuando lo podía haber hecho con el Juventus o el Barcelona.

Tenía razón Nuñez Feijóo cuando decía que el sistema de primarias del Partido Popular no es bueno porque facilita que gane otro distinto al que gana en la primera votación. A mí me gustaba Soraya Sáez de Santamaría, además de todo por ser mujer y quiero una mujer en la presidencia del gobierno español, sin obviar su inteligencia ni su capacidad política.

Me encanta la agilidad de movimiento que ha demostrado el Partido Popular, su estructura y militancia en su grave crisis política, en 10 días se pasó del desastre a la mejor de las soluciones. Teniendo en cuenta que el Partido Popular no es el ejemplo de un partido dinámico y moderno, sino más bien anticuado y lento.

El Partido Popular puede recoger, como también dice Feijóo, a electores de centro izquierda y socialdemócratas, atraer a gente como Albert Rivera, mantener a Casado, Egea, que vuelvan figuras como Soraya y atraer a los sectores de su derecha que se fueron en busca de alternativas radicalmente derechistas. Es en parte un sueño, pero bonito y realizable igual que lo es la vuelta del PSOE al centro izquierda y el abandono del dañino divisionismo de Sánchez.

 

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Carlos Malo de Molina

Escritor, analista y consultor político