Magazine CompoLider N14 Guerra en Ucrania

Por Javier Rupérez, Embajador de España

Tenían razón los pesimistas y los servicios de inteligencia: Putin no había desplegado más de 150.00 soldados en las fronteras con Ucrania para permitirse un espectáculo plástico de fuerza. Desde el principio de la historia tenía solo un objetivo, el de acabar con la independencia soberana y la integridad territorial de Ucrania y apropiarse del pais. Tenía un ejemplo en el que basarse: el de la URSS de Lenin y Stalin.

El mundo civilizado, ese que suele corresponder a los adjetivos “democrático” y “occidental”, ha contemplado con horror e impotencia lo que ha sucedido y sigue sucediendo, pensando, con su habitual tendencia al “wishful thinking”, la funesta manía de confundir los deseos con las realidades, que el milagro evitaría lo peor en última instancia. No ha sido así. El autócrata ruso, confesado admirador del sistema dictatorial marxista leninista para el que había trabajado como espía, ha roto con los principios elementales del Derecho Internacional que deben regir las relaciones entre los Estados, y que forman la columna vertebral de la Carta de las Naciones Unidas, adquiriendo el sangriento título de sucesor de aquellos que en 1938 trocearon la integridad territorial de Checoeslovaquia para hacerse con los Sudetes -Hitler y sus nazis- y de aquellos otros que en 1939 invadieron Polonia para dotarse de más espacio en el que consumar sus fechorías -Hitler y sus nazis, acompañados de Stalin y sus comunistas-. No hace falta recordar para todos aquellos que retienen una noción elemental de la Historia que aquella siniestra aventura acabó desencadenando la II Guerra Mundial. Y a efectos más próximos, conviene recordar también que fue la Rusia de Putin la que ya en 2014, con la ilegal y violenta anexión de Crimea, había adquirido el más que dudoso título de haber perpetrado la primera violación territorial en un Estado europeo desde que en 1945 acabara la II Guerra Mundial.

El criminal atentado contra Ucrania ha pretendido arroparse desde el Kremlin con todo tipo de imaginadas justificaciones, a las que naturalmente el sistema neo soviético ha dado aire a través de sus sistemas globales de desinformación. Para los que para ello tengan reaños, habría bastado con observar los programas y los textos de “Russia Today” y de “Sputnik” para medir el alcance del delirio: que Ucrania era la cuna de la “Santa Rusia”, que la seguridad rusa estaba amenazada por el intento ucraniano de asociarse a la OTAN, que le Federación putiniana estaba siendo objeto de una calculada amenaza proveniente de los antiguos miembros del Pacto de Varsovia y ex repúblicas soviéticas ahora asociadas con el mundo occidental…La realidad era y es muy otra y los herederos de Stalin, como Putin, hubieran debido tomar noticia de ello: los antiguos asociados forzosos dentro y fuera de la URSS aprovecharon su desaparición para buscar refugio en el mundo que podría ofrecerles libertad, prosperidad y seguridad, cosas que nunca han existido en el catálogo de propuestas de la Rusia imperial o soviética.

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