El Brexit se oficializó a principios de 2020, pero la retirada del Reino Unido del mercado único y la unión aduanera no se hacía efectiva hasta el 1 de enero de 2021. Apenas una semana antes de que terminara este periodo de transición, la UE y el Reino Unido alcanzaron un acuerdo comercial para regular sus relaciones económicas post-Brexit.

Durante este periodo de casi un año, el conocimiento del contenido de las negociaciones ha puesto en valor la realidad de los costes de una separación sin acuerdo, frente a la lógica nacional populista que de manera intencionada ha ido desarrollando Boris Johnson. El colapso de camiones en la frontera durante días ha sido un buen antídoto de realismo frente a estas practicas de desinformación que tanto daño pueden causar a las sociedades gobernadas por estos lideres.

Un análisis de la influencia del Brexit para la agricultura del continente y en particular para las relaciones entre Reino Unido y España necesitará de estudios mas pormenorizados de los que hasta ahora hemos podido conocer. No obstante, sí se pueden alcanzar algunas aproximaciones a los cambios que se producirán.

El Reino Unido era un contribuyente neto al presupuesto comunitario, pero se beneficiaba, como los denominados países austeros, de unas importantes ventajas del mercado único y de importantes ayudas directas a sus agricultores y ganaderos. En este sentido, el Reino Unido ha sido un beneficiario neto en la aplicación de la PAC y de la libre circulación de productos agrarios, muchos de ellos de procedencia española. De hecho, teniendo una agricultura que aporta solo el 1% de su PIB resulta ser el 4º perceptor de ayudas de la PAC detrás de Francia, Alemania y España, con un volumen de ayudas directas de 3.191 millones de euros (2019). Cuantía esta que, junto a los programas de desarrollo rural, tendrá que hacer efectiva con medios propios.

También es cierto que el acuerdo ha hecho respirar con alivio a la UE y en particular a España, pues una confrontación política con el Reino unido en plena pandemia y recesión económica no era el mejor regalo de Navidad para el 2021. En el caso de España, por las mismas consideraciones, pero acentuadas por una notable dependencia de nuestras exportaciones agroalimentarias del mercado británico.

El acuerdo UE-RU supone que, a partir del 1 de enero de 2021, la importación de productos agroalimentarios (animales, plantas, productos de origen animal, piensos…) estará sometida a los mismos requisitos y controles sanitarios y fitosanitarios que para la importación de cualquier tercer país. Entre estos requisitos se incluyen:

  • La obligación de que la importación se realice a través de un aeropuerto o puerto que cuente con un Puesto de Control Fronterizo autorizado para la categoría del producto a importar
  • La necesidad de que la partida vaya acompañada por un Certificado Oficial Fitosanitario o Veterinario
  • El pago de tasas por controles fitosanitarios o veterinarios

El Reino Unido es el quinto país de destino de las exportaciones agroalimentarias españolas, que concentran el 8% del total. Las islas destinan la mayor parte de su producción al mercado europeo, por lo que son altamente dependientes de los productos agroalimentarios del continente. Así, en los últimos años, España ha incrementado su presencia de forma progresiva en esa zona, hasta cerrar 2018 con una cifra de 4.076 millones de euros, con un saldo positivo de 2.917 millones de euros.

Para conocer el alcance de lo que estaba en juego es conveniente resaltar que cerca del 50% de las exportaciones agroalimentarias españolas a Reino Unido se concentran en diez grupos de productos. Frutas (cítricos y frutas de hueso) y hortalizas en conjunto suponen en torno a un 20% de las ventas (al que habría que añadir otro 8% el grupo de los frutos rojos, kiwi y caqui).  Las exportaciones de vino y mosto al Reino Unido suponen el 8% de las ventas a este país (y un 11% de las exportaciones españolas). Les siguen en valor, el aceite de oliva (un 5%) y la carne de porcino (3%).

Con el acuerdo la exportación española de frutas y hortalizas frescas se ha librado de ser gravada, según estimaciones del sector, con 198 millones de euros por la aplicación de aranceles.

En cuanto al vino, las relaciones comerciales serán muy parecidas a las que había hasta ahora pudiéndose mantener la cuota en Reino Unido, primer destino de vino español envasado. En el sector del aceite de oliva, España es el principal exportador con más de 44.100 toneladas vendidas en 2018, sin que la adaptación a la normativa de origen, etiquetado o certificado sanitario, pueda suponer grandes problemas a las empresas. El problema, por el contrario, se plantea en que haya cambios en la política arancelaria de Reino Unido con otros países con menores costes de producción.

Una producción importante es la carne de cerdo pues el 60% del consumo en Reino Unido procede del exterior y, del mismo modo, el sector español confía en adaptarse sin demasiados problemas a la nueva situación dada su alta especialización exportadora en mas de 130 países.

En el campo de las importaciones a España del Reino Unido destacan ampliamente las bebidas espirituosas, que constituyen el 26% de nuestras compras de productos agroalimentarios al Reino Unido, y el 25% de bebidas espirituosas importadas por España.

Hasta aquí el análisis de las repercusiones de nuestras exportaciones que no pueden ignorar las propias para el Reino Unido en sentido inverso que como veremos no son precisamente menores

Según una investigación de la consultora Anderson Farm Business, difundida por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, la productividad agraria en el Reino Unido se vería reducida en 850 millones de libras (unos 928 millones de euros) -en torno al 18 %- en un escenario de ‘Brexit’ sin acuerdo. El informe refleja que con una salida ordenada se produciría una disminución mucho menor de la rentabilidad, ya que la disminución de los rendimientos agrícolas sería del 3 %, lo que equivale a una pérdida total de alrededor de 200 millones de libras (218 millones de euros). Es decir, aún con el acuerdo, el balance neto es de pérdidas por la separación del continente.

Si consideramos las ayudas directas de la PAC, el escenario es aún peor pues el Reino unido tendrá que facilitar las ayudas que antes procedían de Bruselas.

Los impactos mas notables se producirán sobre todo en Gales, ya que es una de las zonas que más dinero recibe de la UE. Según datos de Eurostat esa región sureña recibe aproximadamente US$310 millones al año en pagos directos a agricultores, a lo que se le sumaría otros US$625 millones que entre 2014 y 2020 han sido destinados para ejecutar programas de desarrollo rural. Para la mayoría de los agricultores galeses estas ayudas directas de la UE conforman la mayor parte de su ingreso, y entre 2014 y 2015 éstas contabilizaron el 81% de la ganancia neta del sector en Gales.

Pero otras regiones también se verían afectadas con la desaparición de estas subvenciones, en las que se votó mayoritariamente para que Reino Unido permaneciera en el bloque, como Irlanda del Norte (56%) y Escocia (62%), lo que añade una vector mas de dificultad a las tendencias independentistas proeuropeas que tendrá que afrontar el pos-Brexit.

En definitiva, El Reino Unido no parece haber obtenido una gran ventaja competitiva ni de valor por su salida agrícola de la UE: se mantendrán las relaciones comerciales tradicionales por su dependencia estructural y, además, tendrá que pagar el cheque de la PAC que antes procedía del presupuesto comunitario. Un mal negocio que no se ha explicado con transparencia a los ciudadanos.

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