RAMÓN GIL-

La Covid-19 ha producido cambios emocionales en todas las personas. Las emociones modifican el comportamiento y este afecta a la percepción de nuestro entorno. En definitiva, hemos recorrido en muy poco tiempo una ruta que nos ha llevado por caminos de desconcierto, incredulidad, realismo, desasosiego, indecisión e intranquilidad por lo desconocido.

¡Así será la nueva…! es como comienzan cada vez más los artículos de opinión que describen esta “nueva” vida que acabamos de estrenar. Desde así será la nueva arquitectura después de la Covid-19 (¿?) hasta así será la nueva forma de relacionarnos, pasando por así será la nueva moda para salir a la calle, así será la nueva forma de invertir, así será la nueva manera de comprar, así será la nueva manera de vacacionar, en definitiva, así será la nueva manera de vivir. Pero ¿qué pasa con las organizaciones?, ¿qué ocurrirá con las relaciones laborales?, ¿qué papel ha jugado la tecnología especulativa o “emergente”? Y esto afecta desde emprendedores a grandes multinacionales.

La historia ya nos ha empapado del cómo respondemos los humanos ante situaciones límites: nos impermeabilizamos cuando han pasado, las recordamos (para celebrarlas o no), pero las obviamos en las decisiones futuras. El hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra, de manera consciente. Pasamos a nuestra zona de confort, desde la zona de vértigo, sin pasar por la despresurización y reflexión necesarias.

Las empresas son aún más refractarias a estos sucesos (hablamos de ellas en tercera persona como si fuesen ajenas a las personas que las dirigen), incluso cuando su supervivencia está en juego. Los gestores nos aferramos a lo conocido, a lo que nos ha traído hasta hoy. ¿Qué ha cambiado desde la gran crisis de 2008? Muy poco, excepto que nos exigen digitalización sin límite para sobrevivir. Miles de autónomos, pequeños empresarios y, por qué no reconocerlo, todas las empresas y organizaciones del mundo desconocen cómo “hincar el diente” al futuro. Se les está dibujado un futuro incierto en el que todo cambia, sin ningún tipo de apoyo sólido sobre lo que deben hacer con sus pilares: cultura (personas), operativa (procesos), organización (estructura) y medios (tecnología líquida), y olvidando a los arrinconados stakeholders. Eso sí, todos coinciden en algo: ¡DIGITALÍZATE!

El primer reconocimiento que debes realizar es que no conoces tu empresa. Podrás decir que crees que conoces los resultados, que crees que conoces a las personas, que crees que controlas lo que se hace, en definitiva, que crees que crees saber. Fuiste hija o hijo y sabes que tus padres eran los últimos en enterarse de tu última “aventura”. De igual manera, tú eres el último en enterarte de un hecho relevante que han intentado sofocar bajo tus pies, con buena intención, pero que al final llegó a tu conocimiento… o peor, cuando se sofoca sin que te enteres y sigues, desde la ignorancia, tomando decisiones sin esa variable.

La respuesta es humildad y ayuda externa sin prejuicios, sin tradiciones, sin hábitos y sin el fatídico “aquí siempre se ha hecho así”.

¡Qué daño hacen las cuentas de resultados!

¡Cómo nos invitan a no cambiar!

No estábamos preparados (la excusa)

Había indicios (informe OMS sep/2019) que indicaban que el mayor peligro para la sociedad y la economía mundial sería una pandemia. El lobo había asomado el hocico en el último siglo con varias pandemias, que casi ni recordamos: 1918, 1957-1958, 1968, 2009, con un total de 54 millones de muertes.

He preguntado a varias personas, responsables de negocios en diferentes sectores y tamaños, sobre qué les ha faltado para estar preparados. La inmensa mayoría confesaba que no poseían un plan de continuidad de negocio ante contingencias que cubriese esta situación (algunos no tenían ni para esta ni para cualquier otra) Cuando les recordaba los datos históricos y el último informe de la OMS se refugiaban en el desconocimiento. No se puede estar en todo les respondía. Y es cierto, no te puedes ocupar de todo, pero alguien tendrá que hacerlo.

Hemos hecho “seguidismo” (la ignorancia)

Como observador y estudioso de las reacciones humanas individuales y colectivas, he comprobado que muchas empresas tardaron en reaccionar al estado de alerta porque no sabían cómo afrontar la situación. No tenían protocolos y lo peor, no poseían ninguna referencia que les ayudase. Era una situación inédita. Por esta razón muchas organizaciones reaccionaron tarde y mal, y cuando lo hicieron fue tomando una senda por la que otros ya transitaban, desconociendo el destino o si la morfología del camino era adecuada a sus características.

Remedando a Séneca, “Perecemos por el ejemplo de los demás; nos salvaremos si nos separamos de la masa”.

Tecnología (el engaño)

“Digitaliza tu empresa o no sobrevivirás”, “la transformación digital es tu salvación”, “la empresa que no se digitaliza no perdurará”. Quien lo hizo, ¿se ha salvado?

Ningún sistema de inteligencia artificial ha sido capaz, ya no de prevenir sino de ofrecer respuestas rápidas a la nueva situación, propuestas de acciones que mitigasen o minorasen el impacto, nuevos modelos y protocolos de negocio… “cri cri cri”

Las nuevas tecnologías serán muy potentes y aportarán un gran valor a la sociedad, pero ahora no. Tienen un largo camino por recorrer hasta que conozcamos sus fortalezas y debilidades, las oportunidades que nos ofrecen. Ahora, tan solo las muy grandes multinacionales pueden hacer una inmersión en las tecnologías emergentes.

La estructura organizativa (la tradición)

En muchos casos no ha fallado la tecnología, ni las personas, ha fallado la propia estructura de la organización, inflexible, rocosa, jerárquica, no colaborativa, desconfiada y/o basada en el poder. ¡Qué daño hacen las cuentas de resultados! ¡Cómo nos invitan a no cambiar! La estructura tradicional se ha mostrado ineficaz hasta el punto del ridículo. Controlar a quien controla al controlador de los controlados-controladores de controles de procesos que controlan a personas que controlan los propios procesos. ¿Te lías? Pues es lo que tienes.

El talento (la farsa)

Una certeza, el modelo laboral se debe transformar hacia una relación temporal y con la valoración del profesional como indicador de contratación. El talento ha muerto, viva el profesional que se ajusta a las necesidades objetivas por proyecto.

Los procesos (la horca)

Pues sí, los procesos operativos, esos grandes olvidados y maltratados. Creo que no es necesario añadir algo más en este punto.

Ni catastrófico ni súper guay, como en el montañismo, siempre hay que fijar tres buenos apoyos antes de mover el cuarto miembro (cultura, procesos, estructura y tecnología) El “así será la nueva…” son las hermosas vistas que te distraerán si las intentas disfrutar antes de hacer cima.

Aviso a navegantes: la supervivencia ya no es una opción, por si lo estabas contemplando. La pandemia sigue sin dar tregua y no volveremos a pasar por la misma situación de hace seis meses. El escenario será diferente, más complicado, pues habrán desaparecido stakeholders, los hábitos de consumo serán más diferentes aun, habrá sectores en los que desaparecerán el 80% de empresas (hoteles, ocio, HORECA, transportes) y otros para los que será más “sencillo” esquivar el golpe (industria farmacéutica y material médico, así como la venta de proximidad de alimentación). Ya sabes, modifica tu modelo de negocio y arrímate a los sectores menos afectados. Si no puedes, aprovisiónate y prepara tu organización para una dura travesía… pero no con recortes de personal y gasto.

“En tiempos de tribulaciones no hacer mudanza”- San Ignacio se refería a tribulaciones “espirituales”. En crisis, invierte en cambios positivos; en bonanza, disfruta y diseña.

No reinventes, repiensa; no desaprendas, mantén lo aprendido y lo aprehendido. Olvidar el pasado, ignorar lo aprendido y lo aprehendido puede suponer que pierdas apoyos vitales en tu vida y como profesional. Adáptalos a las nuevas tendencias, una vez hayas verificado que son necesarias y aportarán valor. Si crees que están obsoletos, guárdalos, no ocupan lugar y en algún momento podrás recuperarlos.

 

Ramón Gil

Fundador de INNOOMNI y Rehabilitador Corporativo. Después de más de 35 años trabajando en compañías nacionales e internacionales, pongo mi conocimiento y experiencia en manos de los gestores de empresas para que se conozcan y ayudarles a diagnosticar y diseñar su futuro.

 

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