-CARLOS LORENZANA
Toda comunicación política debe cumplir tres objetivos: generar confianza, fortalecer la credibilidad y, en tiempos de crisis, como lo es una pandemia, generar certeza en los ciudadanos.
En México la certeza se dejó a un lado. El gobierno de Andrés Manuel López Obrador junto con el de Jair Bolsonaro y Donald Trump, ha sido quizá el gobierno que menos garantía ofreció a los ciudadanos en el cuidado de la pandemia. La comunicación gubernamental incluso fue en contrasentido de las recomendaciones que la OMS señalaba como prioritarias. AMLO, intentó disminuir el riesgo sanitario haciendo alusión a la cultura popular y la fe, en donde apostó a estampitas religiosas “Detente”, señalando que no era necesario la “sana distancia” y que el ciudadano podía seguir saliendo a restaurantes e incluso abrazarse.
Un mensaje cobra fuerza por quien es el emisario. El fuerte liderazgo del presidente de México, hizo que su comunicación cobrara mucho eco dentro de los ciudadanos, principalmente en su base electoral. Como ha sido a lo largo de su administración y desde que era un candidato opositor, sus declaraciones llevaron al país a una intensa polarización, donde los clivajes se fueron acentuando: ciencia versus conocimiento popular, derecho al trabajo por subsistencia o el derecho a la salud, los ricos versus los pobres, popularidad de su gobierno o acciones que garantizaran la seguridad de los habitantes.
En síntesis, durante este periodo de pandemia, comunicacionalmente en el presidente prevaleció el interés por lo económico sobre el control sanitario. A ello, hay que sumarle que ha existido una figura fuerte, el subsecretario de salud, Hugo Lopez Gattel, quien en últimos días ha perdido credibilidad porque al momento no se ha cumplido con las predicciones del pico de la pandemia y sigue en aumento los contagios y las muertes. Para el presidente de la República, en últimos días, en su agenda el tema Covid prácticamente ha desaparecido.
Andrés Manuel, combinó en la agenda de comunicación la pandemia con la rentabilidad política, frente a las elecciones del 2021, en donde está en juego la mayoría en la cámara de diputados. En plena pandemia, AMLO inicia el periodo de contienda electoral, la adelanta: “podemos adelantar al 2021 la consulta de revocación de mandato, que originalmente estaba programada para el 2022” y con ello obliga a la oposición a subirse al tema desplazando el asunto Covid-19 a un segundo plano.
Sin duda alguna, la pandemia vino a poner el tema de la salud como un asunto de campaña. Se evaluará la calidad de la reacción del gobierno frente a este asunto, si hubo o no saturación de hospitales, cantidad de muertos, el ranking a nivel mundial por los mismos índices, la capacidad gubernamental para reactivar la economía.
El Covid desnudó el sistema de salud, el económico y el educativo. Se puso en evidencia las debilidades institucionales y la incapacidad al no saber cómo enfrentarlo. Si bien es cierto, la comunicación está a cargo desde un punto de vista científico, con conferencias diarias del avance y sentido de la pandemia, es menester poner en la mesa que la agenda ha sido más política, denotando un vaivén entre la federación y los estados por la responsabilidad que les implica a cada instancia y un enfrentamiento con la clase empresarial por el asunto de los apoyos fiscales y políticas de reactivación económica.
Construir comunicación política durante la pandemia y post pandemia conlleva la construcción de certeza. Certeza gubernamental y/o política reflejada en el cuidado a la salud, en garantizar el cuidado en la movilidad y traslado a los centros laborales, cuidado en los centros de trabajo. Implica de la misma forma, certeza en la comunicación y gestión de una reactivación económica que le permita al ciudadano entender los cómo el gobierno actuará para que tenga el recurso económico suficiente para él y su familia. Sin descuidar, por supuesto, el impacto que trae consigo la inseguridad con altos índices de delincuencia.
Lo que considero importante en la construcción de esta comunicación post covid, es el proceso de investigación sobre el humor social. Hoy más que nunca, el político debe conocer a profundidad cuál es la emoción primaria sobre la que el ciudadano tomará sus decisiones. Por un lado, podría ser el miedo, un miedo que obliga a cuidarse para no contagiarse y por lo tanto, conlleva una responsabilidad social.
Si en el ciudadano prevalece la esperanza, podría tratar de recuperar “el tiempo perdido” y por ende, el gobierno debe ser acompañante de la reactivación económica y la construcción de un nuevo escenario social. La pandemia debe llevarnos a una comunicación basada en ello, la cimentación de un nuevo contrato social.
Sin embargo, lo que prevalece en estos momentos, es un ciudadano desesperado por el impacto que conlleva el encierro. Desde su salud mental, el aumento de la violencia de género, pérdida de capacidad adquisitiva e incluso desintegración familiar. Si el ciudadano sale con odio, coraje, recelo, ira, esto agravará aún más la polarización y radicalización en México.
Esta emoción, la ira, puede llevarnos a estados y manifestaciones de furia, donde la ingobernabilidad estaría presente. Un ciudadano encapsulado en una actuación reptiliana, la supervivencia. Un estadío de sálvese quien pueda y en donde el “metro cuadrado” cobrará mayor sentido. La comunicación hoy más que nunca debe enfocarse a lo más íntimo del ciudadano y el gobierno como guardián de la certeza.
Armar comunicación en tiempos de pandemia implica, sin duda, entender la emoción social primaria. Ahí estará la clave.
Carlos Lorenzana
Consultor político electoral. Ex secretario de ALaCop. Ganador de los principales premios de consultoría política en Latinoamérica, entre los que destacan Reed Latino, The Napolitan Victory Awards, Premios ALaCop, y Global Democrac. Conferenciasta y catedrático en diversos países de Centreo y Sudamérica, España y Estados Unidos. Es especialista en opinión pública, gestión de crisis, estrategia electoral, y comunicación política. Actualmente es director de Gerencia Electoral Consulting.
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