FEDERICO QUEVEDO-

El mismo día en que se publica este Magazine de CompoLider se cierra también la campaña electoral de las elecciones vascas y gallegas. Hacer, por lo tanto, un análisis de esos comicios a cuarenta y ocho horas de que se celebren no es fácil, fundamentalmente por el temor a equivocarse. Son tantos los parámetros que influyen en estas elecciones que las probabilidades de que la reflexión de hoy sea papel mojado el lunes por la mañana son bastante altas. Aún así, hay elementos que podemos someter a un cierto análisis sobre la base de lo que a lo largo de estas semanas han venido diciendo las encuestas, y no solo a nivel autonómico en las dos comunidades mencionadas, sino también a nivel nacional.

Empecemos por destacar el hecho bastante inaudito de que las elecciones hubieran de suspenderse el pasado 5 abril y trasladarse a este 12 de julio precisamente por la crisis más ¿extraña? que hayamos vivido en este país y en el resto del mundo desde las guerras mundiales. Ni siquiera los atentados del 11-M con doscientos muertos y una convulsión política brutal pudieron con la jornada electoral que se celebraría tan solo cuatro días después, y sin embargo un virus ha conseguido trastocar todos los planes y los calendarios de media humanidad, incluidas las elecciones en dos comunidades autónomas. Y eso, ¿ha influido en las expectativas electorales? Es evidente que si.

A las puertas de las elecciones canceladas del 5 de abril nadie dudaba de que tanto en Galicia como en el País Vasco los que ahora gobiernan revalidarían su victoria electoral, pero lo que estaba en duda en Galicia era si Feijoo podría repetir mayoría absoluta –y había encuestas que le daban por debajo de la misma, lo que le obligaría a pactar con terceros- y si Urkullu podría mantener el Gobierno sólo con el PSE o tendría que echar mano de un tercer socio e, incluso, si una coalición de EH-Bildu-PSE-Podemos podría desbancar del poder al PNV.

Ya antes de que se cancelaran las elecciones se produjeron movimientos importantes que es necesario destacar. En Galicia, Alberto Núñez Feijoo descartaba cualquier acuerdo de coalición con Ciudadanos y dejaba claro que si no obtenía mayoría absoluta y su continuidad en el poder dependía de Vox, él no pactaría con la formación de extrema derecha. Al mismo tiempo en Madrid el PP cerraba un acuerdo con Ciudadanos para ir juntos en coalición en el País Vasco, pero el hecho de cerrar el acuerdo a espaldas de la Dirección regional del PP hizo que Alfonso Alonso fuera apartado de la lista que pasó a encabezar Carlos Iturgáiz.

Los dos movimientos son importantes y van a tener su propia lectura tras los resultados del día 12. Me explico: si se cumplen las encuestas y Feijoo revalida e, incluso, mejora su mayoría absoluta, habrá triunfado su estrategia sobre la de Pablo Casado porque por un lado habrá conseguido neutralizar a la extrema derecha con su discurso moderado y, por otro, habrá atraído al votante de Ciudadanos precisamente gracias a ese discurso que claramente se distancia del de Génova 13. De hecho, es sintomático que la portavoz del PP en el Congreso, Cayetana Álvarez de Toledo, no se haya ni acercado a hacer campaña en Galicia. Feijoo se lo dejó muy claro a Casado: “Cayetana me hace perder votos y yo necesito el 10% de los votos del PSOE para tener mayoría absoluta”.

Pero el análisis crítico a la estrategia de la Dirección Nacional del PP se agravaría si se cumplen también las encuestas en el País Vasco donde la coalición PP+Cs podría quedarse incluso por debajo del resultado que obtuvo el PP en solitario en los comicios de 2016. Y eso pondría en cuestión, no tanto la coalición, como el hecho de que el PP prescindiera de un liderazgo moderado como el de Alfonso Alonso y lo sustituyera por otro de perfil más ‘duro’ como el de Carlos Iturgáiz. Si, además, Vox logra entrar en el Parlamento Vasco robándole al PP un escaño por Álava, aumentará la certidumbre de que la identificación con el discurso más duro del partido se Santiago Abascal, como ya le pasara al PP en abril de 2019, le resta votos, votos que además no gana por el centro.

Y es que si ya de por si las tendencias electorales ponen de manifiesto que al PP no le beneficia la identificación con el discurso de Vox, en esta situación de emergencia sanitaria y económica esa reflexión se vuelve más evidente: la mayoría de la opinión pública premia las actitudes moderadas y constructivas. Por eso en Galicia los dos partidos que los ciudadanos identifican con la crispación, es decir, Podemos y Vox, tienden a la baja y por eso en el País Vasco ocurre lo mismo con Podemos y con el PP-Vox porque allí se identifica con la crispación a todo el espectro del centro-derecha, de manera que el PNV recoge incluso el voto moderado de la burguesía vasca. Dicho lo cual, vivimos un tiempo en el que un rebrote del virus nos puede hacer cambiar los análisis en el transcurso de unas pocas horas, así que como diría Rajoy, esto puede ser así… O no.

Federico Quevedo

Acumula 30 años de experiencia profesional como periodista, y analista político.

 Ha trabajado en medios como corresponsal político El Confidencial, en la Cope, Gaceta de los Negocios, Antena3 y 13TV.  Ha dirigido el programa el Faro de Radio Inter y en la actualidad, del programa El balance de Radio Inter. Es autor de varios libros como Pasión por la libertad, el pensamiento de Adolfo Suárez”, “El desengaño”, “El negocio del poder”.

 

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