MARILÚ BRAJER-

Si algo hemos aprendido en esta pandemia global es la importancia de los “valores” en la sociedad mundial, que fueron las herramientas claves para atacar al virus.

Cada ciudadano desde el lugar que fuera priorizó la disciplina, responsabilidad, solidaridad,  unidad, tolerancia, respeto, empatía, aun a costa de sus crisis personales y sufrimientos. Por primera vez en la historia de este mundo globalizado por los avances y el uso de las nuevas tecnologías y los medios de comunicación, se puso en evidencia una vez más lo que los consultores tenemos muy claro cuando diseñamos la estrategia de una campaña política que, a pesar de las segmentaciones, los intentos de manipulación política y las fake news,  los individuos responden en función de su escala de valores y el sistema de creencias que guía a las sociedades.

Y a pesar de que estamos lidiando con “Sociedades Líquidas” como definió el gran sociólogo Zigmunt Bauman, (debido al estado fluido y volátil de la sociedad actual ) y, en un avanzado proceso de horizontalidad como consecuencia de las redes sociales (millones de personas, entran y salen de las redes sociales, dejando sus mensajes y opiniones sin la autorización de ningún líder o autoridad, provocando que lo que conocíamos como verticalidad se derrumbe), los valores fueron fundamentales para ordenar el caos.

El virus no distinguió regiones, ni clases sociales, ni razas,  ni religiones. El miedo y la incertidumbre nos igualó a todos, y además este asesino invisible puso a prueba desde los gobiernos más sólidos a los líderes más carismáticos. La mayoría de los líderes y los equipos de comunicación de los gobiernos usaron el lenguaje emotivo y la comunicación de alto impacto hasta niveles desproporcionados en muchos, casos sin medir las consecuencias.

Latinoamérica tuvo la ventaja de observar y aprender de Europa, los desafíos que teníamos por delante para atacar al Covid-19, sin embargo, en esta experiencia de “prueba y error” muchos gobiernos se dejaron llevar por la improvisación y la impericia.

Desde un principio se dijo que el grupo de mayor riesgo eran los mayores de 60 años, que debían estar aislados, sí o sí.  Adultos mayores con escaso manejo de medios digitales, con dependencias afectivas y físicas de su entorno familiar, con enormes necesidades económicas, en el que la mayoría cobra una jubilación. En algunos casos quedan solos en sus casas, en otros al cuidado en geriátricos, mientras los sistemas de salud sólo atendían casos sospechosos de coronavirus. Se suspendieron las intervenciones quirúrgicas, cerraron los consultorios médicos, (¿quién haría sus recetas?), odontológicos, oftalmológicos, se suspendieron gran parte de los tratamientos. ¡Sólo basta imaginar en un clima de terror e incertidumbre, que a diario plantean los medios y el gobierno las 24 horas del día! ¿A quién le tendrían más miedo? ¿al Covid-19, a la pandemia económica o a las falencias del sistema sanitario?

En Argentina, por ejemplo, la jubilación mínima no alcanza a cubrir los gastos de una canasta básica de alimentación. En este clima de crisis económica, de necesidades básicas insatisfechas, de incertidumbre y depresión (algo bastante típico de la edad y de la situación), con un desborde de información contradictoria, tanto de los medios como de los distintos voceros del Gobierno. En esta globalización los jefes de estado latinoamericanos han quedado al descubierto, a través de lo que dicen y hacen.  Así es como la comunicación y la gestión de Bolsonaro llevó a Brasil al mayor número de infectados, 92.202 y 6.402 decesos, AMLO en México 20.739 casos con 1.972 decesos y en Argentina presidida por el Dr. Alberto Fernández con 4.532 contagiados y 225 fallecidos como resultado de una acertada gestión en Salud.

Pero volviendo a nuestro grupo de riesgo: ¡falló la comunicación oficial y las consecuencias fueron muy graves! En la actualidad, se sigue aterrorizando con el aislamiento, sin embargo, el Gobierno envía sus boletas de impuestos, como también las empresas de luz, gas, agua, les envían todas las cuentas que tienen que pagar en los bancos obligándolos a salir a realizar sus compras para comer, ir a una farmacia para obtener sus medicamentos o a cobrar su jubilación a un cajero.

Muchos adultos mayores viven solos o sus hijos no los pueden asistir porque trabajan y los ayudan económicamente, o quedan a cargo de personas que están en cuarentena. Y, sobre todo, ¡¡es necesario que de una vez por todas entiendan que los adultos mayores no se manejan en su mayoría digitalmente!! No saben cómo pagar sus cuentas por internet, otros no tienen cuentas en bancos, otros tienen cuenta, pero no les llegó la tarjeta de débito, etc.

Dos hechos se han producido en Argentina muy tristes para todos, que estoy segura se podrían haber evitado. El 20 de marzo comenzó la cuarentena aquí, diez días antes de que termine el mes, sin que los abuelos pudieran cobrar su jubilación, por lo tanto, les sorprendió con muy pocos recursos económicos para llegar a fin de mes y obtener sus insumos básicos y además con mucha angustia como expresaban a través de todos los medios de prensa.

El Gobierno que viene piloteando dos pandemias, la del Covid-19 y la pandemia económica (porque el hambre también mata), anunció que, el viernes 3 de abril, se habilitaría la apertura de los bancos públicos y privados para pagar jubilaciones y asignaciones sociales. No hubo estrategia de comunicación que reflejara una logística, es decir el problema fue que no hubo logística, ni comunicación, pero además y aquí está el peligro, nadie ni en el Gobierno, ni en los bancos, ni en los organismos a cargo como el ANSES, Administración Nacional de Seguridad Nacional,  se anticiparon a lo que podría suceder con nuestro “grupo de riesgo” ese que durante las 24 horas del día dicen que hay que cuidar y proteger.

Las aglomeraciones de miles de personas se veían ya desde la medianoche del día anterior haciendo la fila en la puerta de los bancos para cobrar el viernes 3 de abril a partir de las 8 de la mañana, y lo increíble es que con tantas fuerzas de seguridad y control en las calles nadie avisó a las autoridades, o quizás sí…. Pudimos ver hasta 10 cuadras de cola, personas de hasta 90 años, discapacitados, sin comer, sin baños, descompensados, ¡pero nadie estaba dispuesto a irse sin cobrar. Fue un viernes negro, una mancha difícil de borrar. Nadie les comunico que se iban a cobrar de acuerdo con la terminación del número de su documento, en el marco de estrictos controles. Muchos tuvieron que volverse con las manos vacías después de una fría noche, para volver a intentar cobrar.

La oposición política habló de  “bomba viral” para no perder la oportunidad de alimentar la grieta. En esta dinámica de subirse políticamente a los errores y aciertos que levantan la imagen en la opinión pública (“El éxito tiene muchos padres, pero el fracaso es huérfano” de la famosa frase de J.F Kennedy). Todavía desconocemos las consecuencias de los miles de jubilados que quedaron expuestos en las calles de todo el país a la pandemia del virus y de la crisis económica.

¡Y ahora, como sucedió en Europa les llega el turno a las residencias y geriátricos!

Una noticia de alto impacto para el público, ver cinco horas en todos los canales cómo desalojan ancianos, cómo se contagian los empleados, cómo al día siguiente habla la hija del o la fallecida. Y el Gobierno mudo, no se sabe bien si el protocolo se cumplía o no, falta de control. En el medio, un vocero del área de la Salud que sale a decir: “si tengo un respirador y dos pacientes, se lo doy al más joven!

El Covid-19 ha llegado a Latinoamérica con toda su fuerza, agravando una frágil situación, con altos índices de desempleo, crisis económicas, movimientos sociales, desigualdades,  y lo peor de las pandemias: los feminicidios. Pero también nos dejó un gran aprendizaje el empoderamiento ciudadano, que se expresó en todo momento: cantando el himno, aplaudiendo a nuestros guerreros que día a día arriesgan su vida para salvar a otra, dándole duro a la cacerola en señal de protesta por las medidas políticas que rechazamos, haciendo petitorios en redes sociales…

¡Nada será igual de ahora en adelante! ¡Todo será Mejor!

  Marilú Brajer

Presidenta de la Asociación Latinoamericana de Consultores Políticos, ALaCop, vicepresidenta de la Asociación IAPC. Consultora política. Directora de Imagen y Comunicación de Haime &Asoc. Miembro del Comité de Mujeres Líderes de América, (OEA-Fundación CD).

 

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