AUREOLA DEL SOL CASTILLO-
La manera en la que el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador ha afrontado la crisis sanitaria por el Covid-19, que ha pasado desde pedir abrazos porque “no pasa nada” y usar amuletos como protección, sigue siendo el foco de atención internacional. Mientras otros países recrudecen sus medidas para atender la pandemia, el gobierno mexicano no termina de generar certeza y confianza a su población con una comunicación que dista de ser institucional y que en los hechos resulta paradójica.
El modelo de comunicación del gobierno del presidente AMLO ha roto con lo tradicional y lo que se espera de un mandatario en una crisis, despertando un sin fin de comentarios a favor y en contra. En los hechos, ¿ha sido bueno o malo?
Aquí presentamos un resumen de los cinco puntos constantes en este relato de comunicación paradójica:
- Se ha mantenido fiel a su relato y retórica de culpar de todo lo que pasa a los conservadores, incluso los acusa de ser los responsables de la pandemia.
- Polariza a la población al sostener el discurso de lucha de clases, en la que insiste son los neoliberales quienes quieren frenar su llamada cuarta transformación
- Ha sido constante con la narrativa de “primero los pobres”, así tenga que cerrar programas y fondos de gobierno de otros sectores que pongan en riesgo, por ejemplo, la atención a desastres naturales.
- Su comunicación institucional ha evidenciado falta de integración y control al no alinearla a una política comunicacional única en torno al tema del Covid-19. Esta situación se ve reflejada en declaraciones desafortunadas de los integrantes del gabinete y el vocero designado para la crisis, el subsecretario Hugo López-Gatell.
- La ausencia de una línea estratégica y comunicacional única es patente en incongruencias como en el caso de la campaña denominada “Susana distancia”, en la que se pide a la población distancia social, mientras que el propio presidente continúa en actividades sin acatar protocolos de protección sanitaria
Hay quien no logra entender la actuación del mandatario mexicano y sus “célebres” frases que van desde pedir a la gente que se abrace el medio de la pandemia, usar amuletos de protección, que ya son conocidos como los “detente”, por la frase que pronunció mientras las mostraba en su conferencia: “detente enemigo que el corazón de Jesús está conmigo”; hasta decir que es la cultura la que salvará a México y rematar que esta crisis mundial le vino como “anillo al dedo” al propósito político de su denominada cuarta transformación.
Esta comunicación paradójica y arritmia en el manejo de la crisis ha comenzado a causar estragos en cómo se percibe a la figura presidencial. Por primera vez, el 27 de marzo pasado, la desaprobación del mandatario superó a la aprobación al registrar 49, 6% puntos, de acuerdo con el sondeo realizado por la consultora Mitofsky .
México se enfrenta a un escenario complicado, pues no ha entrado aún en la fase 3 de la pandemia en la que se espera el mayor número de contagios. La gran duda es, si el Gobierno con este fallido y gran ruido estratégico y comunicacional que carga a cuestas, logrará transmitir certeza y confianza a la población en el episodio más crudo de esta crisis mundial.
Aureola del Sol Castillo
Consultora política en comunicación de gobierno y campañas electorales, con especialidad en el diseño de estrategias de política en Internet. Ha desarrollado proyectos en México y Latinoamérica. Coach de equipos de comunicación digital. Sus estudios de periodismo le enseñaron a contar historias y ahora enseña a contarlas para redes sociales.
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