Por Julio Macés

Periodista y Consultor en temas de Seguridad y Defensa

La llegada de Trump, por segunda ocasión, a la Casa Blanca genera incertidumbre regional, ya que sus declaraciones en campaña, más allá de retórica y demagogia representan una amenaza real y una promesa por cumplir. Ya no existen segundas oportunidades. Llegó el punto de no retorno. El America First que se gritó en tantos eventos de campaña, incluso entre gritos y disparos tiene más fuerza que nunca.

Las características de algunos de los nuevos integrantes del gabinete de Trump son un guiño a la comunidad internacional sobre sus objetivos y las herramientas que plantea utilizar. Se podrían clasificar como leales e incondicionales, radicales del sistema e impresentables o vetados de Washington. La designación de Marco Rubio frente a la Secretaría de Estado, además de colocarlo como el latino más influyente en la administración Trump, también tiene severas implicaciones para la región. Donal Trump anunció la llegada de Rubio afirmando “será un gran defensor de nuestro país, un verdadero amigo de nuestros aliados y un feroz guerrero que no retrocederá ante nuestros adversarios”. En su momento, el entonces senador Rubio, declaró en diversas ocasiones su postura de cero tolerancia frente a los gobiernos de Venezuela, Nicaragua y Cuba. La política de promover la paz a través de la fuerza queda plenamente manifestada. Marco Rubio será un protagonista del gabinete de Trump y un tomador de decisiones clave para la región.

“Que no haya dudas: los países y las organizaciones internacionales que respaldan este fraude de proporciones inimaginables deben rendir cuentas, al igual que los miembros del narcorégimen y su Consejo Nacional Electoral” son las palabras de Rubio ante la victoria de Maduro en los comicios de julio de 2024. La postura sin concesiones hacia los autoritarismos de izquierda de Rubio podría expresarse en nuevas sanciones económicas, apoyo a movimientos de oposición y cargos penales a los aliados de autócratas. Incluso, Corina Machado, la llamada “dama de hierro” venezolana, celebró la llegada de Trump y afirmó que podría tener un triunfo en política exterior expulsado a Maduro de la presidencia.  Las primeras acciones del gobierno de Trump marcarán el tono de las relaciones que se tendrán con países que no sean considerados una democracia para Washington.

Seguridad y migración serán temas protagónicos durante todo el mandato de Trump. Ante la inminente llegada del republicano el 20 de enero de 2025, caravanas migrantes se movilizan desde el sur de México. Familias de hondureños, venezolanos, guatemaltecos y mexicanos tratan de llegar a la frontera norte antes del cambio de mando. Trump prometió deportaciones, prometió separar familias y hacer que otros paguen el precio. “El primer día lanzaré el mayor programa de deportación en la historia de Estados Unidos para sacar a los criminales” esa fue la amenaza de Trump. A diferencia de su primer periodo como presidente, en esta ocasión, cuenta con apoyo legislativo y judicial para hacer de esa amenaza una realidad. En esta carrera contrarreloj entre la llegada de migrantes y de Trump a Washington el único camino cierto es el regreso a casa. Los migrantes regresarán a su país de origen o se quedarán en el camino y Trump, al finalizar su periodo, regresará a su mansión en Mar-a-Lago exento de cualquier responsabilidad legal o moral.

Durante los últimos años México ha modificado recurrentemente su estrategia de seguridad. Parece que cada gobierno entrante tiene una nueva, oportuna y eficiente solución. Más allá de los cambios, la creación de nuevas instituciones y ocurrencias sexenales, el gatopardismo mexicano prevalece. Se cambia todo para que no cambie nada. La creación de la Guardia Nacional en tiempos del presidente López Obrador se presentó como la solución frente a los problemas de seguridad del país. Una de las primeras encomiendas del nuevo cuerpo de seguridad fue controlar el flujo migrante del sur. Esto como producto de la presión del entonces presidente Donald Trump. Parece que el destino de la Guardia Nacional no cambiará, ya que todo indica que seguirá recibiendo migrantes a golpes o balas en la frontera entre México y Guatemala.

Claudia Sheinbaum

Claudia Sheinbaum

El constante debate en la relación bilateral entre México y Estados Unidos en materia de seguridad parece que podría tener un nuevo giro. Los consumidores de fentanilo en Estados Unidos siguen buscando proveedores mexicanos y el crimen organizado mexicano continúa comprando armas en Estados Unidos. Esta espiral de consumo y violencia se vive en ambas partes de la frontera. La amenaza de Trump es nombrar al crimen organizado mexicano como un actor terrorista, pensando que esto podría ser una buena estrategia y que tendría más herramientas para cumplir sus promesas de campaña. El escenario se escucha complicado y con resultados cuestionables. La solución, que debería ser mediante actos de cooperación y consenso, se está transformando en una decisión unilateral que beneficia exclusivamente los intereses de pocos.

Mike Tyson, el famoso boxeador, solía decir “todo el mundo tiene un plan hasta que recibe el primer golpe” cómo reaccionará la región ante el primer golpe de Donald Trump.

*Julio Macés es licenciado en Ciencias de la Comunicación. Participó en el programa de Seguridad Nacional de la Universidad Iberoamericana. Es conductor y productor de los podcasts La Gazzetta de México e Informe Estratégico.

 

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