Por Carlos Uriarte 

El año 2025 comenzará con una nueva Comisión Europea recientemente elegida el 1 de diciembre y con un nuevo presidente de los Estados Unidos a partir del 20 de enero, que ya en campaña manifestó que acabaría con la guerra en Ucrania.

Todos los expertos coinciden en que la guerra no puede ser indefinida pues tiene un coste no sólo en vidas humanas en ambos bandos sino también un coste económico tanto en la economía ucraniana como rusa que afecta de manera negativa a la economía europea y mundial en su conjunto.

Hasta aquí estamos de acuerdo, pero evidentemente para lograr un cese el fuego que conduzca a conversaciones tendentes a una paz definitiva y sostenible ambas partes deberán ceder y desde luego la parte agredida deberá de recibir garantías de seguridad.

Existen multitud de alternativas como la incorporación acelerada de Ucrania a la Unión Europea y que estuviera protegida como Estado miembro por la cláusula de defensa mutua del artículo 42.7 del Tratado de la UE, que establece que “si un Estado miembro es víctima de una agresión armada en su territorio, los otros Estados miembros tendrán la obligación de ayudar y asistir por todos los medios en su poder, en consonancia con el artículo 51 de la Carta de Naciones Unidas”.

Este artículo del TUE viene complementado por el artículo 222 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea donde se establece la cláusula de solidaridad, que establece la obligación que tienen los Estados miembros de actuar conjuntamente cuando uno de ellos es objeto de un ataque terrorista o víctima de una catástrofe natural o de origen humano. Por tanto, el Tratado de Lisboa introduce un mecanismo claro de obligación de defender a un Estado miembro si es atacado.

El instrumento jurídico lo tenemos, por lo que debemos dotarnos de los medios adecuados que hagan creíble esta capacidad de defensa europea, y, por tanto, nos encontremos realmente ante un elemento importante de disuasión frente a posibles agresiones futuras. En mi opinión el artículo 42.7 del TUE es mucho más imperativo que el artículo 5 del Tratado de la OTAN, y que el artículo 4 del mismo tratado el cual llama simplemente a consultas a los Estados miembros de la organización.

En la actualidad, la Unión Europea con una nueva Comisión Europea al frente, que ha incorporado un comisario de defensa, el ex primer ministro lituano Andrius Kubilius, y una nueva alta representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad y vicepresidenta, Kaja Kallas, ex primera ministra de Estonia, debe asumir un papel de liderazgo más decidido en el apoyo a Ucrania y en las posibles soluciones que se tomen para dar finalizado el conflicto, incluida la futura relación que tengamos con la Federación Rusa. Al mismo tiempo, de alguna manera, debemos de integrar a ésta en la futura arquitectura de seguridad europea mediante mecanismos de diálogo estables y de generación de confianzas. Otra alternativa sería la incorporación de Ucrania a la OTAN.

Todas estas alternativas y garantías de seguridad que exige Ucrania deberán de ser respaldadas por la Unión Europea y la OTAN, y ver a qué compromiso en las negociaciones Ucrania puede llegar con Rusia. Lo que está claro, es que debemos apoyar con todos nuestros medios disponibles a Ucrania para que ésta se encuentre en la mejor de las disposiciones para esa futura negociación de paz con Rusia. De esta manera, acompañarla en todo este proceso cuando éstas se inicien. Por tanto, parece necesario dar respuesta al debate abierto entre los distintos países miembros de la Unión Europea con relación al posible envío de tropas de países miembros de la Unión Europea a territorio ucraniano como mecanismos de seguridad y de disuasión que garanticen un cese del fuego que haga creíble el inicio de unas conversaciones conducente a una paz duradera y sostenible en el tiempo.

Hasta que lleguemos a ese punto me parece correcta la aprobación ayer de un nuevo paquete de sanciones (el decimosexto ya), y que la Unión Europea, continúe manteniendo su apoyo a Ucrania. Frente a las dudas que existen sobre la posición de Trump respecto al conflicto, y cuál será el papel de Estados Unidos una vez que asuma la presidencia, la Unión Europea debe de mantener su propia política de defensa y seguridad según lo establecido en la Estrategia de Seguridad y Defensa de la UE.  Conocida con el nombre de “Brújula estratégica”, donde se establece el concepto de autonomía estratégica en el que la UE lleva tiempo trabajando, viéndose obligada a hacerlo de manera acelerada.

No hay mal que por bien no venga, si al final salimos de nuestra comodidad y nos damos un baño de realidad. El mundo es cada vez más complejo, y la UE debe de dar un paso adelante si quiere continuar siendo útil y exitosa, no cayendo en la irrelevancia. El paraguas americano nos ha permitido vivir muy tranquilos durante mucho tiempo, pero es hora de que los europeos seamos dueños de nuestro propio destino, por supuesto, en colaboración con nuestros socios y aliados, pero con un claro acento europeo que tenga en cuenta en primer lugar los intereses europeos.

Por todo ello, es necesario un debate sobre si Europa debe enviar tropas a Ucrania como elemento de disuasión y garantía de seguridad con el objetivo de apoyar de manera efectiva a Ucrania durante sus conversaciones de paz, sobre la necesidad de una verdadera industria de la defensa europea. Si la OTAN no es una opción, los soldados de países de la UE si podrán serlo y una verdadera industria de la defensa europea también.

El debate queda pues abierto, y esto siempre es positivo. Parece que por fin Europa comienza a ejercer su liderazgo, aunque sea todavía de manera tímida en materia de seguridad y defensa.

Esta próxima presidencia del Consejo de la UE, que asumirá Polonia el 1 de enero de 2025, ha situado el refuerzo de la seguridad europea dentro de sus prioridades en todas sus dimensiones: exterior, interior, informativa, económica, energética, alimentaria y sanitaria. La toma de decisiones es lenta, pero siempre ante las crisis cuando las hemos tomado el proyecto europeo ha salido claramente fortalecido. Por tanto, hoy el liderazgo europeo es más necesario que nunca.

*Carlos Uriarte Sánchez, secretario general de Paneuropa España, miembro del Consejo de la Presidencia de la Unión Paneuropea Internacional.

 

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